—¡Suéltame Aristóteles!— Ordené con todas mis fuerzas mientras trataba de safarme del agarre contrario sin mucho éxito debido a la diferencia de fuerza, lo había contemplado tantas veces, pero aquella mirada era nueva para mí, era aterradora.
—¿Y si no quiero? Cariño ¿Será que al igual que tus hermanos tu también tienes una melliza? ¿Cual era su nombre? Ah, si... María José— Agregó con un gesto con cierto enojo mientras me fulminaba con la mirada, acto que yo correspondí con lo mismo.
—N-no se de que me hablas— Mentí, mentí como pude tratando de que sonara lo mejor posible pero por la expresión irritada del rizado supe que no lo había conseguido. Acto seguido, sentí una de las manos contrarias tomarme de la mandíbula apoyando mi cabeza contra la pared.
—No me gusta que la gente mienta, y estoy seguro de que tu lo estas haciendo— Podía sentir como la presión del agarre por parte del más grande comenzaba a disminuir —O... ¿te gustaría que todo el mundo supiera ese secreto? Que te gusta seducir hombres vestido de chica—
Un escalofrío recorrió mi cuerpo en ese instante, estaba en pánico.
—No... —Fue lo ubicó que pude soltar mientras pensaba con mayor detenimiento mis siguientes palabras. —Haré lo que quieras pero por favor no digas nada— Estaba tan desesperado que solo quedaba suplicar a la persona tan solo hace un par de días le parecía perfecta y en ese preciso momento le proporcionaba gran temor.
—¿Lo que sea?— Aquella súplica fue suficiente para que el contrario quitara por completo su mano de mi mandíbula mientras cuestionaba algo incrédulo.
—Si, solo no digas nada, por favor... Si esto se sabe va a irme muy mal— Comencé a pedir con todas mis fuerzas que el rizado no le dijera a nadie al respecto aún sin tener la certeza de que no lo haría, no me quedaba de otra más que confiar en él.
—Bien dear~ me gusta que estés cooperando— Agregó Aristóteles con una sonrisa burlona que hizo que mi sangre comenzara a calentarse del enojo. Había tantos sentimientos encontrados, enojo, miedo, desesperación.
—¿Qué tengo que hacer?— Cuestioné un poco más calmado pero aún con temor
—Déjame pensarlo... Te diré mañana— Respondió el contrario —Nos vemos mañana Majo— Ese maldito tono burlón de nuevo que no me dejaba de resonar en la cabeza mientras veía al rizado alejarse del pasillo.
Aún alterado saqué las llaves y tras varios intentos torpes logré entrar al departamento solamente para ir directo a mi cuarto. Me recosté con pesar en la cama sintiendo como mis preocupaciones caían sobre mí como mi cuerpo caía en ese colchón. Una lágrima rodó por mi mejilla mientras miraba el techo ¿Y si decía algo? ¿Que iba a pasar? Iban a dejar de hablarme, mi padre se decepcionaría de mí. Todos esos pensamientos irrumpieron en mi mente dando vueltas y vueltas hasta hacerme marear, tanto que tuve que levantarme al baño a vomitar, me sentía realmente enfermo.
Tiempo después desperté aún en mi habitación, la poca luz que entraba en esta hizo darme cuenta de que había atardecido y que había llorado hasta quedarme dormido. Me levanté de la cama y salí de la habitación para rápidamente encontrarme con Papancho planchando los uniformes de las calcomanías y los antes mencionados en la mesa haciendo su tarea, al notar mi presencia en la habitación mi papá se acercó para recivirme
—¿Que pasó Temo?— Cuestionó el adulto mientras me veía detenidamente —¿Estás enfermo? Tu nunca duermes por la tarde —Agregó mientras tocaba mi frente corroborando que no tenía fiebre.
—Estoy bien Papancho— Respondí con la mejor sonrisa que tenía —Solo estaba cansado de la escuela— Dije mientras me alejaba del mayor para buscar una naranja de la cocina.

ESTÁS LEYENDO
{Incorrecto};- Aristemo
Fanfiction¿Que pasa cuando tu más grande secreto está en manos de la persona más inesperada? Este es el caso del jóven López.