3.

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Le conté a Julia que Natalia apareció por la librería.
-Me parece demasiada coincidencia. ¿Habrá venido por ti?.
El pulso, como de costumbre, se me acelera al pensar en Natalia.
-Ha venido por puros compromisos laborales.
-Sí, sí. Y vas tú y le crees.
-¿Hacemos la sesión entonces?. Intervengo cambiando de tema un poco.
-Obvio, pero ¿Y el fotógrafo?.
-Creo que decía que lo pondría ella, sólo hay que concretar el sitio. Voy a escribirle un mensaje para preguntarle donde nos vemos.
-¿Tienes el teléfono de la chica más guapa de todo el país?. Dice casi gritando Julia.
-Mmm…sí.
-Ahh!. Le gustas, no cabe duda.
-No flipes, solo es amable.

Aun diciéndolo yo misma, no me lo creo, estaba claro que esta chica tenía algún interés en mí. Empiezo a fantasear en mi historia de amor junto a Lacunza. Me saca de mis pensamientos el ruido de una notificación. Observo. Natalia ya me ha contestado.

-Julia, tenemos un problema.
-¿Qué?. ¿Cuál?.
-El fotógrafo de confianza de Natalia no está en el país, tenemos que buscar a alguien.
-Sabela!. Propone entusiasmada.
-Buena idea, avísala que yo se lo digo a Natalia.

Pasado un rato, con la confirmación de Sabela como fotógrafa, termino de concretar la hora y lugar con Lacunza y se lo comunico a Julia. La noche cae, Julia y yo salimos a cenar y regresamos pronto a casa, mañana a las diez hemos quedado con Lacunza en Valencia. Se está alojando allí, en el hotel TRYP Valencia Oceanic.

Camino a Valencia, vamos en el coche Julia, Sabela y yo. Tras dos cortas horas de viaje, llegamos a la ciudad, buscamos el hotel y una vez allí, aviso a Natalia de que estamos en la puerta de hotel, nos manda a subir a su suite.
-Natalia nos ha dicho que subamos a su habitación. Informo.
-Y será verdad.
-¿Desde cuándo la conoces?. Pregunta curiosa Sabela.
-Desde que Julia me mandó a hacerle una entrevista bochornosa.

Entramos en el ascensor, pulso la última planta y subimos.

-Señorita Reche, volvemos a encontrarnos.
Es extremadamente guapa y atractiva.
-Hola señorita Lacunza- saludo nerviosa –Estas son Julia y Sabela.
-Hombre Julia!- exclama de tal manera que me asusto –Espero que ya se encuentre en perfectas condiciones.
-Sí, ya me encuentro bien. Gracias señorita Lacunza, por hacernos un hueco para poder tomarle unas cuantas fotos.
-Es un placer. Responde mirándome a los ojos fijamente.

La sesión comienza, Natalia se deja mandar por las ordenes de Julia y Sabela se dedica a tomar toda foto posible. Yo, en una esquina de la habitación, me limito a observar la situación. Al cabo de unas horas la sesión ha terminado.

-Listo. Hemos terminado- dice Julia.

Natalia sale fuera a atender algunas llamadas, mientras nosotras guardamos la cámara y ponemos todo en orden. Vuelve a entrar Natalia.

-Muchas gracias por prestarte señorita Natalia. Agradece Julia.
-No hay de qué. Cuando publiques la entrevista, házmela llegar que la leeré.
Julia, sin articular palabra, me mira y puedo notar la emoción en sus ojos. Esto es de película.
-Reche, ven un momento. Su llamada me asusta. Me acerco un poco más a ella.
-Quería saber si le apetece almorzar conmigo.

El pulso se me dispara a un ritmo abismal, con el corazón en la boca.–¿Y cómo vuelven a casa?. Pregunto dirigiendo la mirada hacia Julia y Sabela.

-No te preocupes. Recuerda que yo también se conducir. Responde Julia.
La muy metiche está metida en todas las conversaciones. Natalia sonríe victoriosa.
Me acerco a Julia a darle las llaves del coche.

-Afirmativo, le gustas. Dice Sabela.
me acerco a su oreja y le susurro -Que me lo diga Julia vale, pero que me lo digas tú, eso no me lo esperaba-
Nos despedimos.

Natalia ya está en el pasillo apoyada contra la pared esperándome.
Avanzo por el pasillo con el estómago lleno de mariposas, las piernas como si fueran flanes y el corazón en la boca. Estaba teniendo una cita con la gran Natalia Lacunza.
Llegamos a un restaurante bastante lujoso.

-¿Qué quieres tomar?.

Ojeo la carta así por encima. –Una lasaña de verdura.

Alza una ceja.

-Soy vegetariana. Afirmo.

Un camarero se acerca, toma nota y se va. Al cabo de unos minutos regresa con una botella de agua y una cerveza.
-Gracias. Agradezco al camarero. Se va.
-¿Tienes novio?. Pregunta directa.
-No.
-¿Y novia?.
-Tampoco- susurro.

Natalia me sostiene la mirada y eso me pone bastante nerviosa, pienso en apartarla pero me tiene atrapada.

-¿Le gusto?.
-¡Qué!. En absoluto. Respondo, espero que haya colado. -¿Por qué pregunta eso?
-Se pone bastante nerviosa cuando está conmigo.
-Me resultas coactiva.

Bajo la cara cuando pronuncio esas palabras. Desde cuando se hablar de manera tan brillante.

-Míreme de frente, me gusta ver su cara.

Mi cara se vuelve roja, aun así la miro.

-¿Por qué razón se pone colorada?- ríe irónica.

-Ya dije, me resultas intimidante.

El camarero interrumpe –una lasaña de verduras para la señorita-. Pone el plato frente a mí. –Y un plato de macarrones carbonara para la otra señorita- pone el plato frente a Natalia. –Buen provecho, señoritas.

Huelo el humo que desprende mi plato, debe estar exquisito, relamo mis labios y me meto el primer trozo de lasaña en la boca. Me percato de que Natalia me observa, dejo de masticar debido a esto y por un momento pienso en que ya la he liado.

-¿Tienes hermanos?- rompe el silencio incómodo.
Termino de masticar y trago. –Tengo una hermana.
-¿Hábleme de ella?- se lleva la primera cucharada de macarrones la boca.
-Se parece a mí, pero es rubia y con ojos azules. Tiene dieciocho años y es estudiante.
-¿Y qué hay de tus padres?.
-Están separados, mi madre se llama Rafi y mi padre Miguel Ángel. –bebo un sorbo de agua- ahora cuénteme sobre sus padres.

-Mi padre es médico y mi madre es jueza, apenas los veo, viven en la capital.

Wow, siempre ha vivido rodeada de dinero, que privilegio.
-Recuerdo que me dijo que tenía dos hermanos más, ¿a qué se dedican?.
-Mi hermana Elena, aún es estudiante, y mi hermano Santi, trabaja en Múnich de profesor.
-Múnich es preciosa o eso dicen.
-¿Has estado alguna vez?.
-Nunca he salido de España.

La comida transcurre con normalidad, y Natalia me ha propuesto ir a tomar un café pero debo marcharme para estudiar.

-Natalia, tengo un problema. – me pongo nerviosa nada más de pensarlo.
-¿Si?
-Mi coche se lo llevaron Julia y Sabela, necesito que me lleven.
-No te preocupes, llamo a mi chófer y te llevamos.

Dos horas después ya estoy frente a la casa de Julia. Me bajo del coche y Natalia baja conmigo

–Gracias por traerme.
-No hay de qué, Alba. Ha sido un placer.

Su sonrisa es preciosa, estoy perdida en ella, cuando un tirón de mano me saca de mi embobamiento.

-¡Joder!- grita. -¿Estás bien?.

Una de sus manos está sobre mi cintura, la cual me presiona contra ella, y la otra mano está sobre mi cara, acariándola suavemente.

-Sí. Gracias por salvarme.

-Malditos patinetes eléctricos, ya ni miran por donde van. Pondré una denuncia a ver si lo prohíben ya.

Por primera vez en mucho tiempo quiero que me besen.

La tormenta de la 4902.|ALBALIA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora