Viento

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─ ¡Ahh!
─ ¡Silencio! Ni siquiera te estoy haciendo daño.
─ Pero me duele─ Dijo la joven con un tono de resignación y agonía─ Aunque no es incomprensible gemir del dolor, pues está siendo colgada por el torso al techo. Tal vez debió haber apuntado a la cabeza, o no atacar si iba a fallar; igual ahora nada de eso importa.

Luego de intentar defenderse no muy brillantemente de un hombre de aproximadamente 25 años, no muy musculoso pero increíblemente fuerte, obviamente la muy ilusa adolescente no tuvo de otra sino más que desistir y entregarse a su ahora captor.

─¡Oye! Estúpida
─ ¡No me hables así! No tienes el derecho
─ ¿Quieres que te libere?
─ Mira imbécil cuan- ¡Ah! Claro, por favor, no seas malo.
─ Entonces cállate y escúchame─ Le dijo a la chica con una mirada asesina, ella quería responder, pero algo dentro suyo le hizo pensar que no era una buena idea─ Tal como que haría, "liberó" a la muchacha poniéndola en el suelo permaneciendo atada con el techo. Sin embargo esto era mejor a nada; prosiguió a tomar una larga e intensa bocanada de aire y comenzó a hacer un intento de conversación con la enana.

─ Mira, sé que debes estar asustada, con el miedo en las alturas, más yo no soy alguien malo. Pensaba quedarme aquí sólo unas pocas noches; fui muy violento contigo porque me enojé muchísimo cuando destrozaste la carne que tanto me había costado reunir. No espero que me perdones, sólo entiende que me puse muy nervioso, tú ehh... ¿Cuál me dijiste que era tu nombre?
─ Elisa ¿Y tú?
─ Soy Henry, me gusta tu nombre; no es uno al que esté acostumbrado a oír tan a menudo. Suena lindo, adecuado para una niña tan linda como su nombre ¡jajajaja! ─La chica ahora conocida como Elisa primero había quedado sorprendida con este repentino gesto de... ¿amabilidad? Y luego enojada por su frase final.
─ ¡Oye! No soy una niña, tengo 19 años; pero reconozco que soy la mujer más preciosa que tus ojos de sucio vagabundo han visto en tu marginal vida.
─ ¡Jajajaja! No... ¡Jajajaja! Además de preciosa graciosa, aunque no pareces ser muy inteligente, digo, pareciera que no sabes que en cualquiermomento te podría atacar. En fin, sólo quiero quedarme en este pueblo unos días, no causaré problemas si no me los causan a mí antes.
─ Vale, supongamos que te creo ¿Pero y los demás?
─ No creo que un solo hombre sea tan peligroso como para asustar a todo un pueblo... ¡Uff! Hace un frío como para congelar una vaca.
─ ¡Ay! Me congelo­─ Expresó mientras comenzaba a temblar. Henry se compadeció de Elisa, se quitó su chaqueta militar rasgada y polvorienta paradársela, a pesar de que él también sentía lo mismo, decidió que era mejorayudarla.
─ ¡Gra-a-gracias! En verdad.
─ No te preocupes, no es la primera que estoy expuesto a temperaturas bajo cero, igual una brisa fresca no puede matarme.
Pero bueno ya es muy tarde, duerme, yo me quedaré haciendo guardia─ Las horas pasaron, junto con la gélida pero seca ventisca; el ardiente sol reemplazó al frío inclemente de la noche. Henry salió procurando no despertar a Elisa, las miradas de la gente casi espantada no se hicieron esperar, pero él fue indiferente ante ellas, caminó hasta ver lo que parecía ser una tienda de armas.
Apenas había entrada fue detenido por un hombre que le haló de regreso al exterior.

Fuego contra fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora