2 - MyE - Detrás de las cortinas 🔞

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Este one shot fue sacado del imaginário "Em busca de teu perdão", en portugués. Sus protagonistas son María y Esteban. Ella a los 23 años, él a los 28.
Gracias a todos que leyeron Deseo por Federico y regresaron. Si les gusta, no olviden votar y comentar. Disfruten. ✨❤️

El capítulo está inspirado por la canción Manías de Thalía. Pueden oirla arriba.

Londres - 1870

Esa noche, en el lujoso palacete de María sucedía una fiesta. En una aparente felicidad, había música y baile en el salón. Esteban, en la intención de darle celos a María bailaba con su ex-prometida, Ana Rosa. María había hecho caso a la invitación de Gerardo para bailar a la que él tuvo que aceptar a contragusto. Para desquitarse con ella, invitó Ana Rosa a bailar dejando a María muy molesta.

Al final de la canción Esteban buscó a su esposa en el salón, pero no la encontró. Él sabía que a María seguramente no le habría gustado que él bailara con Ana Rosa y por eso se había retirado, decidió entonces buscarla pasillo adentro de su casa.

Caminó por todo el salón tratando de adivinar a donde ella estaría, no quería preguntárselo a nadie y que todos, principalmente Gerardo, se dieran cuenta de que entre ellos había algo distinto.

Jamás le daría el gusto de saber que su matrimonio con María no se había dado en condiciones normales porque sabía que, a la primera oportunidad, él intentaría conquistar a su esposa. A Gerardo no le importaban las convenciones sociales, todos sabían que él tenía fama de un alma libre y muy leal a sus afectos, no a los contratos sociales y Esteban vía en ello una amenaza.

Al pasar por la cortina del balcón sintió no sólo el perfume de María, sino una energía especial. Era el aroma de su esposa, era su presencia, no había dudas. Aunque no la vía, podía sentirla. Se acercó lentamente a ella por detrás y tocó ligeramente su hombro. María se volvió sorprendida por la presencia de Esteban y él la vio en aquel momento sin defensas, con los ojos llenos de lágrimas y de sinceridad como casi nunca sucedía en su cotidiano.

Los dos se miraron sin palabras, por muchos minutos o una fracción de segundos. El tiempo se detuvo en aquella mirada sincera, en aquel escaso momento de sinceridad que entre ellos no sucedía hacía más de dos años cuando todo era tan diferente. Esteban acarició su rostro, secó sus lágrimas y dijo tierno:

_ No llores, mi María.

Lentamente acercó su cara de la suya. María se dio cuenta de que iba a besarla y no tuvo intención de resistir. Estaba fragilizada, tomada por una necesidad de él, una nostalgia, algo difícil de explicar. El corazón de los dos disparó con la intensa dosis de adrenalina que la proximidad el uno del otro les provocaba. No era sólo un sentimiento, era una sensación física, casi una adicción, era la acción del amor sobre el cuerpo.

Cuando sus bocas se encontraron él la comprimió entre sus brazos como para evitar que ella se escapara. María correspondió también al abrazo y se dejó llevar por el beso del marido al que se entregó llena de pasión. La noche anterior se habían besado, pero aquella noche era distinto. Sentían una impaciencia, ¡tanto deseo! dentro de sí.

María saboreaba cada rincón de su boca mientras la acariciaba incansablemente con las manos haciendo que ella se perdera entre sus brazos, en su calor, en el protección de sus manos grandes ajustadas a su cuerpo. Lentamente fueron disminuyendo la intensidad del beso sin alejarse mucho. Se quedaron cerca mirándose jadeantes.

_ Perdón, María, perdón por haber bailado con Ana Rosa, es que yo estaba loco de celos. No quise lastimarte...

María se alejó y lo miró aún sin creer lo que había sucedido.

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