12: La noche.

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— ¿No crees que Theo se está tardando mucho con la pizza?

— ¿Tú lo crees? —respondió ella.

— No lo sé. La pizza sigue teniendo el mismo tiempo de preparación en todo el mundo—arrugué los labios y se fueron abriendo un poco—. ¡A menos que en tu universo demore más! ¿Cómo es la pizza de allá?

— Creo que comienzo a arrepentirme de haberte contado—dijo, con tono burlón. Sus ojos brillaban un poco. Lo que era muy raro.

— ¿Entonces?

— No hay diferencia alguna, Damien.

— ¿Qué? —Me decepcioné de inmediato— ¿Cuál es el chiste de ser de otro universo si no hay una diferencia en la pizza?

— ¿Estás hablando en serio?

Asentí muy seguro de mis palabras. —¿Comen algo diferente?

— No, ¿podrías dejar de hacer preguntas? —cuestionó incómoda.

Yo iba a seguir con mi cuestionario, claro que sí. Cualquier astrofísico que hubiese descubierto tal hecho la hubiera llenado de miles de preguntas, tal vez sobre números y esas cosas, yo en cambio, lo único que pedía saber era sobre si existían más pizzas en el multiverso. Claramente, algo comenzaba a cambiar en mí.

Sin embargo, antes de que pudiera seguir con mi interrogatorio, Theo, mi amigo siempre inoportuno, llamó a la puerta con voz varonil. Claro está, Juno se levantó directamente para abrirle. Un pequeño gruñido salió de mi garganta.

Con ambos adentro de la cocina, la hora de la comida empezó. Estaba ansioso por probar aquella pizza. Lamentablemente en cuanto la sacaron de su caja, me encontré con mi peor enemiga: la piña. No es que no me gustará la pizza con piña, yo odiaba la piña desde muy chico. Es tan dulce y jugosa. <<Ewww>> Arrugué la nariz como de costumbre siempre que algo me molestaba, hecho que no fue desapercibido por Theodor.

— ¿Pasa algo malo?

— No—respondí de inmediato.

— Come una. Te aseguro que es deliciosa.

<<No lo creo>> —¡Claro! —dije, con fingida felicidad. Tomé un trozo con una mano y lo fui llevando a mi boca cuidadosamente deseando que se cayera en el trayecto, pero como dicen; a veces, mientras más deseas algo, más se aleja.

Aquella pizza marcó un antes y un después en mi vida, sabía que nunca volvería a ver alguna de la misma manera. Esa tarde, en casa de Juno, había conseguido mi primer trauma con la comida. Pues después de aquella, no volví a comer otra.

Cuando por fin terminó el martirio, pedí que me indicaran la ubicación del baño. Corrí lo más rápido que pude y en cuanto vi la taza de este, solo vomité. Yo odiaba vomitar, pues siempre que pasaba recordaba la primera vez cuando estuve a punto de ahogarme por hacerlo. Las primeras veces eran raras, siempre marcaban un antes y un después y para mi mala suerte casi siempre era malo.

En cuanto los estrujones en mi estómago acabaron y el vómito se detuvo, enjuagué mi boca una y otra vez deseando que aquella sensación se acabara, como si el agua en mi lengua calmara lo aberrante. El ''toc-toc'' en la puerta, hizo que los latidos de mi corazón tomaran orden de nuevo.

— ¿Todo bien? — Oí la voz de Juno tras la puerta.

— Sí, sí, claro que sí—dije tartamudeando un poco.

— De acuerdo... Ah, Damien.

— ¿Sí?

— Mi—gruñó—, no... La abuela está aquí y quiero que la conozcas.

Perdida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora