cinco.

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~•~

En el cuento de hadas, ella olvidó sus zapatos de cristal.

Pero incluso si no dejo nada, ¿alguien podrá reconocerme?

~•~

Dos años habían pasado, casi tres los cuales no sabía nada de su madre, su padrastro e incluso si hermanastra. Mucho menos de Yuta, y casi no recordaba su cara.

Taeyong pensó si dicha cara pudo haber cambiado, ¿será que se mudó a otro país?

Era libre, consiguió un pequeño trabajo y ahora vivía solo, no quería volver a su casa antigua y mucho menos que todo volviera a ser como antes. Se propuso a conocer todo en esos años que no había salido más allá de la diminuta tienda que lo obligaban a ir.

Las calles eran bonitas cuando la noche llegaba y las luces de los enormes edificios pintaban toda la oscuridad, también conoció bastantes lugares conocidos y aprendió un poco más en la biblioteca.

Taeyong cambió mucho. Su cabello era de otro color y estaba más delgado, pero la altura lo hizo sentir más feliz, además de que todos parecían ayudarlo con su cara bonita y de personalidad tierna. Incluso, llegó a reconocer un amigo de su hermanastra y éste lo ayudó mucho.

No fue meses después, el día en que se cumplieron los tres años exactos donde había dejado de ver a Yuta. Suspiró, si bien pudieron haber pasado años, seguía creyendo que algún día podía encontrarlo.

Se dejó caer en mesa donde se encontraba trabajando en su departamento, e hizo un puchero, salía todos los días en busca de aquel chico pero nada, y se estaba cansando un poco de eso.

¿Será que el ya lo había olvidado? No dejó nada para Yuta, ni siquiera una dirección o un número...

Un número. Yuta le dió uno, y nunca lo soltó.

Esa era su última oportunidad, y no quería desaprovecharla para nada, menos aún cuando ya no contaba con un tiempo límite.

— Contesta, contesta, contesta. —murmuró para sí mismo, el teléfono todavía sonando y eso le causaba tristeza.

La llamada fue atendida. Sonrió.

— ¿Hola? —era la misma voz, Yuta era esa misma persona y todavía contaba con ese número.

— ¡Yuta! —gritó sin querer y se sonrojó, porque escuchó como el otro alejaba el teléfono de su oído.— ¿Te acuerdas de mí? ¡Soy Taeyong! Al fin pude llamarte, perdo...

— ¿Dónde estabas? ¿Pasó algo? Nunca tuve una llamada y vi a tu hermana, pero no me quiso decir nada, solo comentó que se le hacía tarde para llegar al avión. —lo encontró, era el mismo Yuta, y seguía igual de hablador que antes.— ¿Taeyong? ¿Sigues ahí?

— Perdóname. Por todo, por no cumplir la promesa, por no llamarte, por no dejarte nada para que pudieras recordarme.

— Me dejaste un hermoso recuerdo, ¿cómo podría olvidarte? —fue con esas palabras que sonrió aún más.

Taeyong por fin tuvo suerte en algún momento.

~•~
Vueltas y vueltas, vueltas y vueltas, toc toc.

Vueltas y vueltas, el reloj de las manos sonará, toc toc.

Crystal Shoes. [YuTae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora