II - Amigas.

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Había pasado poco más de un año, después de que Petra muriera a manos de los demonios. Tina no tenía una vida normal. A eso le llamaba. Soledad.

Un día como cualquier otro. Tina corría por el pastizal del mundo abierto que le rodeaba, las praderas eran grandes y a sus anchas había mucho que ver, demasiados colores, y otros que el hombre nunca había visto en su vida. Pequeños y grandes lagos, un sinfín de árboles con formas y colores diferentes, posibles bestias que se perdieron en la historia, habitaban en armonía con los Arcángeles.

Los arcángeles volaban junto a Tina, quien ella era la que corría a tal velocidad monstruosa, imperceptible para algunos e inalcanzable para otros. En el bosque mientras lo recorrían intentan alcanzarle, pero no lo lograban, reía al caminar, era un juego, la princesa era una más de la manada.

ーTina, ¡déjate alcanzar! ーdijo uno de los pequeños Arcángeles cuyas alas ya estaban cansadas.

Tina se iba deteniendo de apoco, pues. Algo, llamo su atención.

ー ¡Sigan sin mí! – dijo mientras la pequeña Tina se alejaba del lugar. Adentrándose al bosque que le llamaba. Paso entre el mar de árboles que inundaban el lugar, una cueva cuyo eco, la cubría desde la entrada. Un sonido bestial venia de ahí adentro. Era como un rugido, al principio creyó que era un demonio. Así que saco su daga de mano, le empuño con la mano derecha, a la par que se acercaba cada vez más.
Tina trago silaba.

Su curiosidad era grande. Tina se quedó mirando.

Apretó el puño. Y con duda.

Pregunto.

ー ¿Hay alguien ahí?

El sonido se detuvo a los pocos segundos de haber preguntado. Poco después.

Unos ojos grandes y azules le miraron desde la obscuridad. Tina, con una respiración agitada. Cayo al suelo. Era un Dragón. Sus escamas eran blancas, unas pezuñas grandes, algo deterioradas por la edad quizás. Estaba herida. Su voz, erizo la piel de la pequeña. El dragón se dejó ver ante todo su ser. Y exclamo.

ー ¿Qué hace una pequeña como tú, en un lugar como este? ーObjeto el dragón.

ー ¿Yo?, Jugaba con mis amigos. ーSe levantó y sin miedo, pregunto. –¿Qué haces aquí, dragón blanco?

ー ¿Acaso no me tienes miedo de mí? ー Se inclinó hacia ella.

ー ¿Por qué debería?, ¿me harás daño? –Se acercó aún más. Haciendo que el dragón retrocediera un poco. Una herida sobresalía de su costado, se podía ver a distancia.

El dragón se quedó en silencio.

ー ¡Bien!, tomare eso como un no. ーTina, le sonrió. ー ¿Por qué tiene esa herida? ーPregunto.

La dragona. Siguió en silencio.

Un pequeño dragón sale de la cueva. Era incluso más pequeño que Tina. Se escondió detrás de la pata de su madre.

ー ¡Oh!, ¿es tu hijo? ーpregunto intentando acercarse a ella. Pero la madre le tapo con la cola para que no lograra acercarse aún más. El dragón se miraba mal herida, quizás sabía que no duraría mucho así que. Pregunto.

ー ¿Puedo pedirte un favor? ーEl dragón ya se miraba demasiada cansada. ー sí, claro. ーContesto Tina, algo preocupada.

ーMoriré pronto, lo puedo sentir. –Intuyo el dragón. Prosiguió ーincluso más rápido de lo que imagino, la herida no ha parado de sangrar en días, creo que esa espada tenia veneno.

ー ¿Quién le hizo esto? ¿Por qué dice que morirá? ¡debe luchar por su vida!

ー ¡Calla y escucha! ーGrito el dragón. ーQuiero que cuides a mi hija, sé que eres muy joven y no nos conocemos, pero no quiero dejarle sola por este mundo sabiendo que alguien le hará daño. ーSe quedó un momento en silencio. ーSé que le acabo de conocer, y no confió en la piel blanda, son débiles, pero no me queda mucho tiempo.

Tina Lionheart Princess Of TimeWhere stories live. Discover now