Capítulo III

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Al día siguiente, Azura se levantó temprano para ir a la cafetería junto a sus amigos.

Al llegar allí, vió que Isadora y Duncan sentados en una mesa, hablando. Caminó en dirección a ellos, pero se quedó paralizada al oir a Isadora decir su nombre.

⎯ Ya se que no quieres decírselo a Azura, pero en algún momento se enterará y lo sabes...

⎯ Pero seguro que ella no siente lo mismo... Además, si lo que me has contado es cierto, no quiero que las cosas entre Quigley se vuelvan violentas... En fin, es mi hermano. ⎯ respondió él, a lo que Isadora solo pudo asentir, apenada.

Duncan undió la cabeza entre sus brazos, ocultando su rostro y, con el, sus lagrimas.

Azura se quedó paralizada, sin saber que hacer. Había oido parte de la conversación de los dos hermanos, y no podía reaccionar. Se dió la vuelta lentamente para salir de la cafetería, pero justo en ese momento Isadora se percató de su presencia.

⎯ ¡Azura! ⎯ le llamó, haciéndo que Duncan levantara la cabeza y mirara a su alrededor, preocupado. Pero ya era demasiado tarde, ya que ella había salido hacía el jardin.

Duncan se levantó corriendo y fué trás de ella. No podía creer lo que acababa de pasar. Lo había fastidiado todo. En ese instante vió a Violet a lo lejos y decidió preguntarle.

⎯ ¡Violet! ⎯ la llamó, haciendo que ella se girara.

⎯ Hola Duncan ⎯ sonrió ella ⎯ . ¿Ocurre algo? ⎯ preguntó al verle.

⎯ ¿Has visto... a Azura... ? ⎯ dijo, con la respiración entrecortada.

⎯ Si, creo que está en el césped sentada, como siempre.

⎯ Vale... ¡Muchas gracias!

El chico salió disparado en aquella dirección, pero al llegar allí, vio algo que le dejó sin aliento. Azura se encontraba allí, como había dicho Violet, pero estaba acompañada. Al principio, no supo reconocerlo. Él permanecía sentado a su lado, con un brazo sobre sus hombros. Al girar la cabeza, lo supo de inmediato. Era Klaus.

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