La amistad se puede convertir en ¿amor?
La vida de Haruka Nanase y Makoto Tachibana dará un vuelco inesperado a causa de un error, pero... ese error les enseñara la diferencia entre el amor y la amistad.
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En silencio entro a su hogar, no presto atención al saludo de su familia quienes tiernamente lo habían recibido, ni siquiera le dirigió la palabra a su padre que le llamaba, el simplemente los ignoro y subió rápidamente los escalones para llegar a su habitación, estado ya ahí se recostó en su cama y por fin dejo salir el aire contenido en sus pulmones.
¿Qué sucedía con el castaño? Él jamás se había comportado así, ¿Qué estaba pensado?
Bueno, justo ahora sus pensamientos eran ocupados por el chico de mirada azulada. Makoto intentaba comprender porque sentía una fuerte opresión en el pecho, y ese gran sentimiento de enojo. ¿No debía estar feliz? ¡Haru se había enamorado! Era lo que precisamente quería ¿No? ¿Entonces porque tenía ganas de llorar?
—Haru... lo siento —susurro para sí mientras ocultaba su rostro con su ante brazo.
De nuevo se sentía como la mierda. Estaba fallando como mejor amigo, era un egoísta... Un bipolar... Ni él mismo se entendía.
Unos suaves toques en su puerta le hicieron salirse de sus pensamientos.
—Adelante —dijo con desgano.
—Makoto, hijo ¿podemos hablar? —preguntaba el padre del castaño con una sonrisa gentil.
—Claro papá, pasa —el chico de orbes verdes se sentó en la orilla de su cama mientras su padre copiaba la acción—. ¿Qué sucede?
—Bueno, estaba algo preocupado al igual que tu madre... Estabas algo extraño al llegar ¿Sucedió algo? —el señor Tachibana le miraba a los ojos en busca de una respuesta.
Makoto desvió la mirada cuando los ojos de su padre se posaron en los suyos, no sabía que responder, de verdad desearía saber esa respuesta porque no quería seguir así
—No lo sé papá, me siento muy confundido, lamento mi comportamiento al llegar —el padre del castaño negó con una sonrisa.
—No te preocupes hijo, todos tenemos días en los que no queremos hablar o nos sentimos mal —acaricio los cabellos castaños de su hijo—, Solo recuerda que tu familia siempre te apoyara ¿Bueno?
—Lo sé, gracias papá.
El hombre mayor sonrió.
—Bueno, había algo más que quería comentarte.
— ¿Así?
—Sí, bueno... Después de que nos comentaste que irías a estudiar a Tokio, tu madre y yo... Hablamos al respecto y estuvimos de acuerdo en que queremos regalarte un departamento allá.
— ¿Qué? ¿Hablas enserio papá? —los ojos verdes del castaño brillaban con intensidad.
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