Edad del hijo: diez años

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Steve miró de reojo a Tony. A sus cincuenta y cuatro años, el millonario presentaba algunos rasgos propios de su edad, como las marcas de expresión o las patas de gallo.
El de Brooklyn, sin embargo, seguía viéndose igual de juvenil que antes, mantenido gracias al suero que le fue inyectado en los años veinte.

La expresión de Stark mostraba cierto hastío mientras ambos, sentados frente al escritorio de aquel despacho, escuchaban al director del instituto de su hijo hablar maravillas sobre el muchacho:

La expresión de Stark mostraba cierto hastío mientras ambos, sentados frente al escritorio de aquel despacho, escuchaban al director del instituto de su hijo hablar maravillas sobre el muchacho:

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—...y por eso creemos que Lucas Stark debería ascender de curso hasta uno cuyo nivel sea acorde con su coeficiente intelectual—les explicaba—. Es un chico muy...
—Avanzado para su edad—completó Tony, resoplando y con los brazos cruzados—. Sí, lo sabemos. Nos lo dicen mucho desde que el crío comenzó a caminar.
—¿Y no han pensado en que sería buena idea que Lucas ingrese en un curso donde pueda desarrollar mejor su intelecto y sus habilidades?—les preguntó el director.
—¿Es que se aburre en clase?—preguntó Steve.
—No. No es eso—negó—. Lucas se divierte y tiene muy buenos amigos, pero el nivel en el que se encuentra ahora mismo está muy por debajo de sus capacidades. Una mente como la suya necesita estímulos, retos... Está echando a perder su tiempo. Podría sacarse una carrera en... ¿cuánto tiempo? ¿Tres años? ¿Entienden por dónde voy?

Stark se levantó de la silla, incómodo por llevar bastantes minutos ocupándola.
Comenzó a pasearse por el despacho, repasando aquellas estanterías llenas de expedientes y libros, así como los cuadros de titulaciones y reconocimientos hacia el propio director.

—¿Cree que Lucas no recibe estímulos, director?—le preguntó, caminando lentamente y con las manos a la espalda—. Sabe perfectamente quién es y dónde vive. Sus padres son Anthony Edward Stark, aka Iron-Man, y el Capitán América. Los estímulos que refiere usted se los proporciono personalmente en el ámbito familiar. El chico adora ayudarme en el laboratorio con mis proyectos, y como padre me estoy encargando personalmente de que su pequeña pero desarrollada mente permanezca bien entrenada y estimulada. Y Rogers, por su parte... Le enseña a ser simpático y educado.

Ignoró el gesto de desaprobación que le dedicó su pareja, pero sonrió para sus adentros. Le encantaba hacer rabiar a su siempre joven y atractivo novio.

—Lo entiendo, Stark, pero sigo pensando que su hijo tendría que estudiar en cursos superiores y relacionarse con gente acorde con

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—Lo entiendo, Stark, pero sigo pensando que su hijo tendría que estudiar en cursos superiores y relacionarse con gente acorde con...
—¿Relacionarse con quién? ¿Un crío de diez años rodeado de estudiantes de dieciocho? ¿A eso se refiere?

Volvió a sentarse en la silla y le miró tan fijamente que el director necesitó tragar saliva.

—No tiene por qué ponerse a la defensiva, Stark.
—Si sueno así, es porque sé de lo que hablo. Como niño prodigio que fui, no he sido precisamente feliz en la escuela. Nunca se ve con buenos ojos que alguien destaque por encima del resto, director. Nerds, así nos llaman, ¿nos conoce? Intentan denigrarnos, tacharnos de bichos raros, nos dejan de lado y nos quitan el almuerzo—Miró a Steve de reojo, viendo que el Capitán parecía escuchar atentamente sin intenciones de interrumpir—. Lucas tiene la suerte de haber caído en una clase donde ese tipo de acoso no se da ni se perpetúa. Sus compañeros le adoran, se siente integrado y además les ayuda con los deberes. No estoy dispuesto a romper esta situación metiéndole en una clase de alumnos mayores donde sí que va a ser un bicho raro.
—No tiene por qué pasar—respondió el director.
—¿Es que no ha visto la serie de Sheldon Cooper?—le preguntó Tony.
—La verdad es que no.
—Mejor. Es bastante mala.
—Lo que Tony quiere decir—intervino Rogers—es que Lucas está bien como está. El colegio le sirve para afianzar los conocimientos que ya ha aprendido, socializar con sus amigos y sentirse integrado, y en casa nos encargamos de darle el conocimiento que necesita en función de su coeficiente intelectual.

Tras escuchar las declaraciones de ambos padres, el director se convenció de que tenían toda la razón.
Agradeciéndoles el tiempo dedicado a aquella reunión, se levantó para estrecharles la mano y desearles buena tarde.

Al salir al pasillo, Lucas se levantó del banco donde había estado sentado esperando.

Al salir al pasillo, Lucas se levantó del banco donde había estado sentado esperando

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—¿Qué tal ha ido?—les preguntó—. Le habéis dicho que no, ¿verdad?
—¿Qué no a qué?—le preguntó Tony, acercándose a él y acariciándole el cabello que le nacía en la nuca.
—A cambiarme a un curso superior, ya sabéis, lo que os dicen siempre cada año.
—Por supuesto, Lucas—le dijo Steve—. Sabemos lo que quieres y lo que es mejor para ti.

El chico sonrió, abrazando a ambos padres de forma consecutiva.

—Y ahora, vamos a estrenar esa bicicleta tan alucinante que te ha enviado por tu cumpleaños tu madre misteriosa.

El chico asintió.

—¿Creéis que algún día podré conocerla?
—Algún día, Lucas—respondió Steve—. Algún día. 

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Aunque Asa Butterfield no se parece en nada a Tony, mientras escribía el fic me lo imaginaba a él, y me parece un chico muy adorable, así que Why not? :)

El hijo de Tony StarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora