Capítulo III "Dos versos y una abofetada"

9 2 2
                                    

Siempre me sentí ajena a todo lo que se tratase en el curso, en general.
No siento la pertenencia, es como sentirse una intrusa.
Aveces me va realmente bien, y no me quejo, siento que en serio estoy siendo yo misma, pero otras veces no.
Siento como si fuera que todo se convierte en una rutina de pretender, el interés en las conversaciones, bromas, fingir estar conforme,  es rutinario demostrar respeto y no recibirlo de nuevo, la mayoría de las veces muestro atencion a detalles que no importan y que nadie valora.
Cuando me siento sometida a esa situación, no sé realmente que hacer, normalmente busco una huida, una forma de alejarme.
No quiero que la gente me recuerde así, o que me vea de este modo, "una persona impropia". Si estoy con mis semejantes quiero sentirme yo misma, no quiero crear conversaciones super "extras", no quiero estar de acuerdo en algo (que no lo esté) para encajar, en realidad me da asco cuando soy así.

Es por eso que decidí abrirme de un grupo de amigas, me di cuenta que solo decía lo que ellas querían oír.
Su mundo era tan distinto al mío, siempre tenían cosas en común, y yo, sólo tenía que decir algo que no era realmente lo que pensaba para incluirme dentro de una conversación.
Ellas no se merecían eso, y vi que era un comportamiento auto destructivo para mí.
Y en este tiempo que paso actualmente sola, se siente bien, aunque me siento más vulnerable.
Eso de absorber todo lo qué pasa... ¿sólo yo puedo sentirlo?
¿Soy la única?

Es sólo un instante que estamos libres hasta que el profesor de historia venga a reclamar la hora. Aveces solo me siento a observar todo el salón, y los miro.
Veo el círculo cerrado de las chicas, a los chicos riéndose, a unos compañeros jugando en sus celulares y a otros dibujando garabatos. Es gracioso como se dividen en grupos, y es que aprendí que todo tiene un sentido psicológico, esto forma parte de un sistema de supervivencia humana, nuestros ancestros también hacían lo mismo, ya que, estar solo atraía la muerte en tiempos anteriores, y para sobrevivir los humanos se agrupaban o formaban comunidades con aquellos que se identificaban así dando a la creación de sus propias tribus.

De pronto observo cómo lentamente Luis se acerca al escritorio de Belén mientras esta duerme toma del cajón hueco una pequeña libreta y vuelve al grupo con aire victorioso.

La libreta es pequeña pero con muchas hojas, este comienza a ojear con la punta de los dedos haciendo notar lo lleno y escrito que está.
Belén normalmente es reservada, y con lo que suelo observar cuida bastante esa libreta, es más, parece ser algo realmente valioso para ella.
No deja que nadie lo vea, y menos que lo toquen o se acerquen cuando está escribiendo.
Esa libreta es un misterio, siempre evita hablar de ella, como si existiera solo para ella.

Normalmente, hay momentos en los que ella toma esa libreta y escribe alocadamente, como si le lloviera inspiración de la nada e intentase anotarlo para no olvidarlo. La mayoría entiende su espacio, y pensaba que todos lo respetaban...

Luis aprovecha la ausencia de nuestro maestro y  va frente la clase adoptando una postura de orador.
Interrumpe al salón ajustando su voz y comienza a hablar:

-Son todos los días que recuerdo su cara.-recita en tono poético-.

Esto no está bien.

-Sus labios son rojos como cereza, su barbilla es marcada y pronunciada.

Varios murmullos resurgen al paso que el poema continuaba.

-¿Podrías dejar de leer?.-pregunto-.

Luis ignora mi "interrupción" y sigue recitando.
Sólo por escuchar un poco de su poesía puedo darme cuenta por qué Belén se limita a compartirlo, a nadie le daría la cabeza entenderlo, los términos que utiliza son técnicos, correctos y escritos bajo una gran pasión y tinta de sentimientos.
No entiendo por qué habría que ridiculizarlo de esta manera.

Belén despierta lentamente bajo el sonido de su propia poesía, al asimilar la misma parece avergonzarse de modo que su cara se torna en un tono rojo impresionante ante la tez blanca característica de su piel.

-¡Luis!.-digo levantándome del asiento mientras me acerco a su sitio.- Suficiente.-añado arrebatándole la libreta-.

-Total era una basura.-agrega dirigiéndose al auditorio presente-.

Belén con todo el enojo y rabia que lleva el maligno se acerca a Luis predispuesta a darle una lección. Una vez cerca lo abofetea haciendo resonar el golpe sobre el salón provocando un silencio ininterrumpido.

-Gracias.-agrega Belén con una sonrisa mientras recibe de nuevo su libreta-.

-No digas que no lo buscabas.-murmullé sobre Luis en voz baja mientras volvía a mi lugar-.

Luis retiene a Belén con el brazo -No te olvides que lo que hiciste hoy tiene un precio, y ahora yo sé a quien escribías el poema.-dice últimamente en forma de amenaza.

-Ya déjala Luis.-añade Kevin que, con Gabriel comenzaron a poner su atenta mirada sobre la situación-.

Belén responde con una mirada fulminante y fija soltándose bruscamente del agarre.

-¿Que acaba de pasar aquí?.-pregunta el profesor de Historia-.

Finalmente pasó la última hora, la cual no hicimos nada de clase ya que el profesor tuvo que encargarse de la situación enviando a Luis y Belén a la dirección.
Todos estábamos cansados y guardamos rápidamente nuestros útiles, yo quería simplemente llegar a casa y dormir.

Después de lo agotador que fue la jornada, almorcé tranquilamente y con el estómago lleno y contento caí bajo el hechizo de mi cama.
Sólo bastó cerrar los ojos para disfrutar de una buena siesta, que seguiría si no por un sentimiento de ansiedad y preocupación que aparecieron sin previo aviso e hicieron que saque un pie de la cama.

La carta. Dije en mi mente y fui cinco pasos hacia mi mochila, tenía que sacarla para no olvidarla ahí adentro.
Rebusqué entre mis cosas, y comencé a alumbrar con la linterna de mi celular.

Imposible, lo tenia todo tan meticulosamente oculto y planeado. No había manera de que lo haya perdido. Busqué y rebusqué en cada compartimento, libro o cuaderno.

A no ser que alguien haya tocado mi mochila o, yo realmente sea una desatenta y se me haya olvidado algo tan confidencial.
Pudo haber sido inercia que haya creído que lo guardé antes de salir del salón o, se me haya caído sacando alguna cosa o, alguien realmente husmeó y no me di cuenta. No, lo último es imposible.

Las dudas comenzaron a llenarme la cabeza, ¿y si cae en las manos equivocadas?
Es una carta de suicidio por dios, es algo gravísimo que puede afectar a cualquiera.
Agarro la mochila y saco todo su interior, nada.

¿No habré firmado aún o si? Yo no lo firmé, pero ahora no podía asegurar eso, comienzo a dudar de mí misma.
Si lo firmé sería el final de todo, el que lo haya encontrado sabrá y no me extrañaría que el director apareciera con mi carta en la formación dando un correcto discurso sobre su contenido.

¿Cómo pude equivocarme en esto?
No lo podía creer.

El resto de la tarde comencé a crear un plan, si la carta estaba firmada puedo decir que era un ensayo que no estaba terminado sobre un estudio acerca de la tasa de suicidios en nuestro país y que estaría respaldado de un mensaje concienzudo y de porcentajes reales.
O, si no estaba firmada y la encontraron me puedo hacer ajena a la idea de que alguna vez escribí esa carta y debería comenzar de nuevo.

Solo esperaba que no estuviera firmado, que se me haya caído en la calle y que lo haya aplastado un auto o camión dejándolo dentro de algún bache lleno de agua donde pueda alcanzar degradándolo así eliminando su existencia.

Lo peor de todo es que esto significa un descenso del 25% de lo que había avanzado de este cauteloso plan, realmente aunque tiene solución, estoy por frustrarme...

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 28, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

YO SOY ALEX "Y esta es mi Carta"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora