Sorpresas

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Las pequeñas gotas de lluvia que caían fuera, empapando todo, eran levemente visibles, empujadas por la ventisca que las llevaba de un lado a otro, Mikasa escuchaba a la perfección la melodía que los elementos creaban, era suave y reconfortante de alguna manera.

Fue su entorno la que sumió la mente de Mikasa en una profunda concentración, que no se percató de la persona parada atrás.

Reaccionó, cuando un par de gruesas y calientes manos se posaron sobre sus caderas.

—Vamos, regresa a la cama — la voz del hombre era serena.

Mikasa sintió como las manos del hombre dibujaban círculos en sus caderas y ella de pronto sintió calor.

—¿Qué pasa si me niego? — preguntó ella con un tinte travieso en su voz.

—Lo haré aún en contra de tu voluntad — respondió Levi besando el hombro izquierdo de Mikasa, ella tan solo llevaba una camiseta de tirantes y unas bragas.

—Hazlo — declaró el desafío.

Él no respondió, y cuando Mikasa se percató, Levi la cargaba, llevándola cual costal de papas sobre su hombro, dejando que su traviesa mano recorriera sus glúteos.

Aún era temprano, y era domingo, aprovecharon la mañana para satisfacer su deseos y cuando se detuvieron fue para comer algo y luego, volvieron a encerrarse en aquella habitación.

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Mientras preparaba los informes que su jefe le pidió, Mikasa sintió un leve mareo, tal vez no comer nada desde temprano le estaba afectando.

Levi no debía saberlo, detestaba cuando él la regañaba como si fuera una niña pequeña, ya tenía suficiente con que la llamara mocosa.

Escuchó como alguien tocaba la puerta de su oficina.

—Soy Jean ¿Puedo pasar? — preguntó su compañero de trabajo.

—Si, pasa — respondió sin dudar.

—Aquí están los papeles que me pediste — dijo extendiendo ante ella una carpeta.

—Gracias — tomó la carpeta y empezó a revisarlo, a ella llegó un fuerte y desagradable aroma —Creo que te pusiste mucha loción — los mareos se hacían cada vez más insoportables, se levantó rápidamente, corrió hacia los sanitarios.

Tras eternos minutos, que no contó, porque mantuvo la cabeza a la altura del inodoro y vómito.

Se levantó aliviada,  agradecía que aquel tormento terminara.

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No era un día especial, ni el cumpleaños de nadie, pero aún así quería hacer algo especial.

Mientras picaba las verduras y calentaba la charola a fuego lento, escuchaba la radio. Estaba dispuesto a preparar uno de los platillos favoritos de Mikasa.

En el fondo agradecía salir temprano del trabajo, el sexo entre ellos era fascinante, pero quería pasar el tiempo con ella, con momentos que recuerden como románticos, y esta cena debía ser una de ellas.

Después de veinte minutos de picar, freír, y todo lo que necesitaba para preparar la comida, Levi esperaba pacientemente la llegada de su novia.

Diez minutos aburridos transcurrieron, cuando Mikasa llegó, pasó de largo, sin siquiera voltear a mirarlo, encerrándose en el baño.

Levi supuso que tuvo un mal día en el trabajo. Aún así tal vez la sorpresa la animaría y fue tras ella.

Golpeó levemente la puerta antes de entrar, y la encontró con una pequeña cajita en las manos, prueba de embarazo, inscrito en el objeto.

—¿Estás embarazada? — fue lo único que logró preguntar. Su garganta de pronto tenía un nudo, a sus pulmones le faltaba aire y una sensación cálida se expandía en su pecho, el ritmo cardíaco se aceleró. Y cuando estuvo a punto de sonreír ella se enfocó en él  y dijo:

—No, bueno no lo sé — bajo la mirada a la caja.

La expresión de su novia no era precisamente lo que esperaba. Una mirada afligida y una seriedad abrumadora era todo lo que veía.

—No pareces feliz, no con la posibilidad de que te encuentres embarazada.

—Levi, es complicado, de acuerdo, si resulta que estoy embarazada, ¿cómo cuidaremos de él o ella? — Mikasa se sintió incomprendida — no crees que aún no estamos listos para tener un bebé, siendo honesta no es lo que quiero, al menos no por ahora.

—Solo usa la maldita prueba y luego hablamos — necesitaba tranquilizarse y lo sabía, espero en la sala mientras ella se realizaba la prueba.

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Mikasa sintió náuseas nuevamente, mientras en sus manos sostenía el pequeño objeto, marcando dos líneas en ella.

Una pequeña vida crecía en ella.
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¿Qué?

Ahora les toca imaginar cómo termina esto.

Hasta pronto.

Drabbles RIVAMIKADonde viven las historias. Descúbrelo ahora