01. Touch Me

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«Don't know how to touch me»

Sus labios temblaron con anticipación mientras sus parpados caían fuertemente apretados. El calor del cuerpo contrario consiguió que un aleteo vibrara en el centro de su pecho al mismo tiempo en que sentía un demandante jaloneó de las hebras de su cabello, dejando así su cuello descubierto.

Ji Yong apenas y era capaz de pensar correctamente mientras sentía la piel caliente del hombre a sus espaldas, al igual que el fuerte golpeteo de su corazón. Sonriendo satisfecho, jadeó mientras escuchaba el grave gruñido satisfecho que proclamaba cómo el orgasmo del hombre de rasgos duros lo llevaba al borde del abismo. Fueron apenas un par de breves instantes los que separaron sus orgasmos, y se trató solamente de una esperada caricia directo en su nudo interno lo que le hizo cerrar los ojos mientras la sonrisa que adornaba sus labios era barrida por una expresión perdida.

Con labios hinchados y mirada vidriosa, Ji Yong se desplomó sobre la cama al sentir cómo aquel blando miembro se deslizaba fuera, llevando consigo hilos de viscoso líquido blanco, los cuales mancharon descuidadamente sus muslos internos, al igual que las costosas sábanas.

—Para ser un niño, sabes exactamente lo que un hombre necesita. — le alabó el hombre mayor. Alzándose, se tomó perezosamente el tiempo de admirar la pequeña y hermosa obra de arte que yacía sobre su cama.

Con un suave ronroneo, el joven de sedoso cabello blanco rodó sobre la cama tan solo para observar la expresión complacida del hombre frente a él. Alto y bien constituido, con hebras de cabello castaño espolvoreado con canas, piel bronceada y cincelados rasgos varoniles, el personaje ante él era uno de los hombres más sexys que había visto en su vida.

Dong Wook era uno de tantos hombres casados que buscaban desesperadamente un compañero que reavivara la llama del deseo dentro de ellos. Agradable y bien parecido, había llamado la atención de Ji Yong hacia escasas semanas, cuando éste último había tenido que visitar el aburrido despacho de su padre. Siendo uno de los abogados más incorruptibles de la ciudad, el astuto Dong Wook había permitido que un joven de veintidós años lo arrastrase hacia su cama, y hacia su locura.

—¿Te imaginas diciendo eso frente a mi padre? El importante y para nada flexible juez Kwon. — se burló mientras se alzaba sobre la cama, confiado en su completa desnudes.

—Estoy seguro de que me cortaría las pelotas. — sonrió— Y aun así, habría valido la pena. — ronroneó mientras tironeaba del joven esbelto, sintiendo enseguida los delgados brazos enredándose alrededor de su cuello, mientras él se encargaba de amasar el pequeño y respingado culo.

—Que dulce, señor Choi. — sonrió— Me complace escuchar que podría quedarse sin su equipo con tal de haberse metido bajo mis sábanas.

—Tú te metiste bajo las mías, mocoso...— le recordó— Y me alegro de que lo hicieras.

Sus labios se encontraron una vez más esa tarde mientras comenzaban a escuchar el constante golpeteo en la puerta de la habitación. Gruñendo con desagrado, el mayor se apartó tan solo para ir a abrir la puerta, llevando nada más que sus calzoncillos. Abriendo de un jalón, sintió sus entrañas retorcerse mientras encontraba a la persona que precisamente esperaba no ver, su hermano.

Maldijo.

De fríos y casi inexpresivos ojos marrones, el recién llegado poseía un aura imponente, casi intimidante. Midiendo poco más del metro ochenta, compartía su mismo tono de piel, un ligero tono bronceado que tan solo lograba acentuar los rasgos fuertes y varoniles. Choi Seung Hyun era un hombre inflexible que no admitía errores. De cumplidos treinta y cuatro años, era un hombre divorciado que tenía dos hermosas hijas que lo adoraban.

GUYS MY AGEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora