Al momento de entrar al salón, sentía tanto la buena vibra como la mala. Catherine todavía no entraba al salón, lo cual se me hacía muy raro, ya que ella siempre llegaba temprano en la secundaria. Se me vino a la mente que algo le habría pasado. Pero mis pensamientos se equivocaron: llegó un minuto después de que me imaginé eso. Tomó asiento sin dejar de observarme con furia, mientras secreteaba con mis nuevos compañeros de clase.
Cada vez que secreteaba con ellos, me observaban de la cabeza a los pies. Presentía que mi preparatoria no sería para nada diferente a lo que ya había vivido en mi último año de secundaria. Se sentía como un déjà vu.
Pasaron minutos antes de que empezara la clase, se me hizo eterno. Después de que comenzó la clase, las horas pasaron...
En un momento de la última hora antes del receso, se alcanzó a percibir un sonido: era la señal de ausentarse en el salón y partir hacia el receso.
Al partir hacia el receso, observé cómo me miraban todos en la escuela. Vi lonas con mi imagen diciendo "FARSANTE, ROBA NOVIOS". También observé hojas de papel pegadas en los salones diciendo lo mismo que las lonas.
¡Mi rostro estaba por todas partes! Comencé a entrar en ansiedad y me mandaron a llamar a dirección. La directora me cuestionó sobre por qué recibía tal agresión. Sus preguntas rondaban sobre qué acto tan atroz había hecho para que mis compañeros me odiaran apenas el primer día de clases. Como si hubiese sido culpa mía.
No lo podía creer. Me desesperé y no la dejé continuar. Tomé mis cosas y salí del instituto. Rompí las reglas el primer día. Lo que menos deseaba era permanecer un segundo más ahí, donde para una escuela, la víctima era la culpable de lo que le ocurría.
Empecé a huir corriendo hacia mi casa, con lágrimas en el rostro que fueron cayendo durante el trayecto, recordando lo que me había dicho mi padre sobre estudiar en España.
Ya no podía más, quería huir de mis problemas. Recordé cada momento en que me humillaban, recordé la fiesta y lo que me había pasado aquí en esta preparatoria. Ya estaba empapada y rompiendo en llanto, sentía que el mundo se me venía encima y que no podía soportar seguir viviendo dentro de esta ciudad, no cuando media ciudad se dignaba a darme la espalda solo por el hecho de seguir un chisme que ni siquiera se dignaron a verificar si era verdad o no.
Llegué a mi casa con el llanto a punto de crear un charco. Mi madre, muy asustada y preocupada, se acercó a mí y preguntó:
—¿Qué te ha pasado, cariño?
—Ya no quiero ir a la prepa.
—¿Por qué?
Pasaron minutos y minutos, hasta llegar a horas hablando sobre lo sucedido.
Después, mi madre habló con mi padre para pedirle un boleto de avión en ese mismo instante. Después de haberme comprado el boleto, tendría que esperar 4 días, ya que no podía ser ese mismo día. Al final, Catherine consiguió lo que tanto deseaba, que me marchara de México.
Pasaron los 4 días. Al momento de subir al coche, para mi madre fue muy difícil despedirse. No deseaba que me fuese tan lejos y tanto tiempo de su lado, no cuando siempre habíamos sido ella y yo contra el mundo. Sin embargo, no podía permanecer más tiempo en esta ciudad, me hería y mis heridas estaban a flor de piel. Quizás cuando por fin cicatrizaran, regresaría. Pero por lo pronto, regresar no estaba en mis planes. Y aunque por una parte mi madre sufriese por dejarme ir a otro país lejos de ella, le era aún más difícil verme sufrir por el bullying que estaba teniendo...
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Enamorándome de un Príncipe
Teen FictionEn medio de la fascinante atmósfera de España, Alex, una joven mexicana, se encuentra en un viaje emocional que va más allá de las fronteras geográficas. Enfrentada a las complejidades del amor y la adolescencia, Alex descubre que los corazones no e...