CAPÍTULO 17

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—No, no y mil veces no.—recalca mi padre al contrale lo del torneo de trineos en casa de los padres de Sergio.

—¡Por favor! Necesito a una persona que me brinde su apoyo.—suplico poniendo morritos para a ver si así lo consigo ablandar. ¿Desde cuando de ha vuelto tan difícil?

—No. Y no me hagas decirlo otra vez.—sentencia mirándome con determinación en sus ojos.

—Pero, ¿por qué?—pregunto desesperada.—La última vez no te lo pasaste mal—hago un último intento.

—Sí y todos sabemos como acabó la noche.—su frase me deja perpleja y por un momento me quedo sin saber como reaccionar.—Lo siento, pero alguien tenía que decírtelo, Claudia. No te voy a prohibir que vayas a ese maldito torneo porque ya eres mayorcita, pero luego no me vengas llorando como la última vez.

—Gracias por recordármelo.—le contesto mordaz con los brazos cruzados.

—Solo quiero que tengas presente que si te vuelves a meter en la boca del lobo, las posibilidades de volver a salir lastimada son altas.—adopta un tono cansado y se sienta en el taburete de la cocina.—No me apetece volver a verte así, por lo que prefiero ahorrarme el mal trago y no ir.—finaliza dando por zanjada de conversación.

—¡Bien!—me quejo molesta.

¡Es mi padre! ¡Tendría que estar de mi lado!
Cariño, está de tu lado, pero tú pareces idiota volviendo a ponerte ante ese riesgo.

Mi subconsciente me está jugando una mala pasada e intento alejar esas voces de mi mente.

Entro en la habitación y empiezo a cambiarme para ir a su casa, hemos quedado en que me va a pasar a buscar y aunque intente aparentar serenidad frente a él, estoy temblando como una hoja.

*Flash back*
—Lo siento, no he podido evitarlo.—cada sílaba pronunciada por sus labios, estos rozan los míos provocándome un cosquilleo.
Yo intento decir algo, pero mi mente se ha quedado en blanco y abro la boca para volver a cerrarla sin saber qué hacer.

—Debería...debería irme.—no reconozco mi propia voz. Suena ronca y distorsionada por la respiración agitada.

—Espera.—me vuelve a retener contra él para que quedemos en la misma postura que hace unos segundos.—¿Con quién has venido?

—¿A que viene la pregunta?—inquiero empezándome a recuperar mis cinco sentidos y sin entender a que viene eso ahora.

—Por Dios, Claudia. Solo contéstame.—me mira fijamente.—¿Has venido con otro hombre?—su mirada es intensa y...¿estoy viendo celos en ella?

Pese a la situación en la que nos encontramos, no puedo evitar soltar una carcajada y provocarle más el mosqueo.

—Claudia...

—¡He venido con Isabel, tonto!—exclamo intentando controlar mis carcajadas.—¿Estabas celos acaso?—pregunto levantando una ceja en su dirección y viendo como empieza a removerse, nervioso.

—¿Yo? Pss...para nada.—hace un gesto raro con la mano y mira a todos lados.

—Si que lo estabas.—lo pincho un poco más disfrutando de su estado. Se lo merece por haberme puesto es esta situación.

—No lo estoy y punto.—su mirada nerviosa desaparece al instante y es substituida por una totalmente seria y penetrante.—Mañana te paso a recoger a las cinco, y no acepto un no por respuesta.—sin dejar hablar me vuelve a acercar a su cuerpo para darme un casto y duro beso.
Me quedo como mareada viéndolo marchar a paso apresurado.

¡Un bombón para Navidad!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora