-Te quiero.- Me dijo.
-Y yo.- Respondí.
Sus palabras me dolieron, sé que él no me quiere como le quiero yo, para él soy una de sus mejores amigas, nada más.
Mientras mis pensamientos trascurrían, me abrazó y me pegó a él lo más que pudo. Hizo que me estremeciera y a la vez sintiera protección.
En ese instante me miró y yo a él. Nuestras miradas permanecieron clavadas durante unos cuantos minutos. Nuestras respiraciones chocaban. Quería besarle, lo necesitaba pero me contuve, no quería quedar como una tonta, me rechazaría. Y sin darme cuenta sus labios se pegaron a los míos haciéndome sentir mariposas en el estómago. Él me acaba de besar. Él.
Y así fue cómo me enamoré.