Capítulo XVII

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¡Debería dejarlo sin comer!

Tan sólo saber que está detrás de esta maldita puerta me da ganas de golpearlo.

Aunque, es raro. Es decir, quisiera abrir la puerta para verlo.

¿Pero qué mierda estoy diciendo? Ese tipo prácticamente me violó. Aunque, no me mató. Aquel tipo del que me contó Jean, lo había matado.

¿Por qué? ¿Por qué no me mató? Es más, pudo haber escapado.

No termino de entender ninguno de los dos comportamiento de aquella noche.

Aún así, eso no quiere decir que lo perdone por dejarme vivir. Jamás perdonaré a ese bastardo.

Eran las 8:01 pm. Ya debía haber venido la cocinera con la bandeja de comida del recluso. Como estaba sólo, ella vendría a traerlo. Entonces, vi que una chica se asomaba. Era Hitch. Traía la bandeja con comida.

—Creí que vendría Betty, la cocinera —dije.

—Tuvo miedo de pasar por aquí. Como sea, toma —dijo entregandome la bandeja y se fue.

Estaba distinta. Pero bueno, ya tenía la puta bandeja y debía entregarsela al puto recluso.

Abrí el portón y entré con la bandeja. Me acerqué a la celda de Ackerman y la abrí. Antes que la bandeja tocara el piso, la solté. Ésta hizo ruido.

—¿Hoy no hay café?

Cerré la celda. Le di cuatro vueltas esta vez.

—¿Te atreves a preguntarme tal cosa, gilipollas?

El recluso agarró su bandeja y empezó a comer.

—¿Cuándo vendrá Armin?

—La semana que viene.

—¿La semana que viene, eh? —murmuró mirandome de una manera asquerosa.

—Eres repugnante. ¡Por mí, me hubiese comido tu puta comida y te hubiese dejado sin comer!

—¿Y por qué no lo hiciste? Yo esperaba que hicieras eso.

—Porque la comida de prisión es un asco. El otro día olvidé cenar y comí la comida de acá. Es un asco.

Ackerman rio.

—A mí me gusta.

Me dio bronca. Practicamente él estaba tranquilamente disfrutando de su cena, y yo sufrí mucho ayer y hoy. ¡Actúa como si no hubiese pasado nada!

—¿Cómo está tu cuerpo? ¿Te lavaste bien? —se burló.

Apreté mi puño. Quería golpearlo.

De repente, empezó a sonar una alarma, y empezaron a encenderse y apagarse luces rojas sucesivamente.

Un recluso había escapado otra vez.

—Eren, cierra el portón con llave —me dijo de manera seria.

—¿Por qué debería de hacerte caso?

—Sólo hazlo, mocoso estúpido. Es Kenny el Destripador.

Cerré el portón por las dudas. No porque me lo dijera él.

—¿Qué te hace pensar que vendrá acá?

—Un presentimiento.

¿Era en serio?

—¿Por qué crees que es Kenny el Destripador?

—¿Acaso nadie te explicó, mocoso idiota? Las luces rojas es para Kenny. Las azules para cualquier prisionero.

Nunca he visto luces azules.

De repente, se escuchó un golpe detrás de la puerta. Alguien quería abrir el portón. Retrocedí asustado.

—Es él.

Eso me asustaba más. Saqué mi arma. Es decir, sabía que el portón estaba con llave, pero aún así...

—¿Jaeger, estás ahí? —gritó alguien.

Eso me tranquilizó.

—¡Sí! —grité.

—¡No salgas, y vigila al recluso! —gritó nuevamente.

Se escucharon disparos y golpes detrás de la puerta. Como si los lanzara contra ésta.

Hubo silencio.

—Jaeger, abre —se escuchó la voz de unos de mis compañeros.

Que alivio. Habían acabado con él. Sonreí y fui a abrir la puerta. Al hacerlo, vi a Denis Eibringer, pero detrás de él estaba Kenny el Destripador apuntandole con un arma en la cabeza.

Mierda...

Retrocedí asustado.

—Pon el arma en el suelo, o sino le vuelo la cabeza a tu amigo —sonreía Kenny el Destripador.

Denis cerraba los ojos del miedo. Hice lo que me pidió. Dejé el arma rápidamente en el piso y levanté las manos. También sentí miedo. Miré atrás y todos los oficiales estaban en el suelo desmayados.

—Abre la puerta de Levi, mocoso —me dijo Kenny el Destripador nuevamente.

No sabía qué hacer.

—Hazlo —dijo Denis—. Después de todo, no saldrán tan fácil de Terrerion —estaba sudando.

Lo hice. Empecé a abrir la celda de Ackerman. Maldición. Pero, él no se movió, sólo siguió comiendo.

—Uno ya no puede comer tranquilo.

Kenny el Destripador comenzó a reír. Me falta sólo una vuelta para abrir la celda por completo. Maldición...

—Apresúrate, mocoso estúpido —me dijo el hombre.

Entonces, Kenny el Destripador le disparó a Denis.

—¡No! —grité por impulso.

Entonces Kenny el Destripador me empezó a apuntar con el arma, pero Ackerman dio una patada a la puerta de la celda, haciéndome caer. Levi le quitó el arma al hombre de manera bruta.

—A él no.

—Como sea, vá—

Pero Kenny el Destripador se había desmayado. Ya que Levi le lanzó una patada en la cabeza.

—Tsk —dijo y volvió a su celda.

Me le quedé mirando.

—No me malinterpretes. Me gusta la comida de acá —dijo y siguió comiendo.


Te PerdonoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora