Capítulo cuatro

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Yo no sé que voy a hacer. Nunca tuve que hacerme cargo de la desaparición de una de las chicas,  porque estaba claro que yo no iba a crear un grupito, ni preocuparme por ellas. Pero bueno, la vida da muchas vueltas.

—¡Amber hay que buscar a Tara! —Chilla Daphne.

Daphne me ha interrumpido de mi ensoñación conmigo misma, y eso me molesta un poco. Tengo que ocupar tiempo para mí, no me puedo preocupar sólo por ellas. Así, me voy a volver loca.

—Recuerda que tenemos una bipolar suicida en casa que necesita las pastillas que acabamos de robar—digo, de corrido. Tengo que nombrarle los otros problemas para que me deje tranquila, al parecer —. Además nada malo le pasará a Tara, ella sabe cuidarse.

Daphne se queda inquieta con mi respuesta. Nunca le he respondido tan mal cuando se trata de la salud y el bienestar de las chicas. Lo sé, pero mis nervios hacen que lo olvide por un segundo.

Hay dos posibilidades con lo ocurrido con Tara. La primera, es que haya salido por la puerta de adelante y haberse ido a quien sabe dónde.  Y la segunda—que espero que no sea cierta—, es que los putos policías la atraparon y que pronto sea acusada por hurto, y si fuera así, le doy gracias a Dios que no llevara ninguna arma con ella. O eso es lo que yo sé.

Sé que Daphne me está odiando en este momento de igual manera, aunque yo no tenga la culpa. Siempre se culpará a la líder, o a la más adulta—aunque Tara sea un poco menor que yo—. Sigue molesta porque no le contamos sobre lo de Phoebe antes y agreguemos que quizás para ella he "abandonado" a Tara. Ahora lo que más me preocupa es llegar a casa a tiempo antes de que Phoebe se despierte creyendo ser la chica del exorcista.

Estamos cerca del loft, porque lo podemos ver a lo lejos. Espero terminar con este silencio incómodo en cuanto lleguemos y no encontrarme con un loft destruido. De verdad que lo espero. No quiero más problemas, y ahora, con la llegada del sol, mi cansancio ha vuelto a enfermar todo mi cuerpo.

Sin darme cuenta, ya hemos llegado. Daphne me indica que abra la puerta, y palmeo mis bolsillos en busca de las llaves, pero no las encuentro.

—No las tengo.

Ella debería tenerlas o esto se convertiría en una maldita telenovela. Ya sería demasiada mala suerte para nosotras. Pero creo que Daphne por una parte lo disfruta, porque a ella le encantan las peliculitas dramaticonas y además le fascina actuar, así que.

Del bolsillo de su pantalón saca unas llaves y las pone en frente de mi rostro, moviéndolas en un intento de—supongo yo— refregármelas por la cara. Pero yo no le encuentro ningún sentido a eso, así que dejo que esa suposición se vaya.

—No entiendo porqué nos haces perder el tiempo—le replico, enojada por el retraso a terminar con lo de Phoebe.

—Ay, que te pones desagradable cuando no duermes—Se me adelanta y abre la puerta. Pasa primero y yo ignoro su comentario al pasar.

Todo, para mi felicidad, sigue igual. Phoebe descansa plácidamente en el sillón-cama y Megan supongo que duerme, es lo único que hace en todo el día—además de comer y drogarse—. Y pensar que creía que me iba a encontrar el loft como si hubiera ocurrido un terremoto. Pasar mucho tiempo con Daphne me hace mal.

Las dos nos dirigimos a donde duerme Phoebe, para terminar rápido con la molestia.

—Tenemos que despertarla—dice Daphne—, para que así cortemos el problema de raíz.

Yo de verdad que no sé si reír, o llorar. Sólo hay que despertarla, no es que estuviéramos tratando de desarmar una bomba o algo parecido. Daphne es la persona más dramática que he conocido en mi vida, y eso a veces me irrita demasiado.

Bad GirlsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora