CAPITULO 1 PREFACIO

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Estoy bailando en la pista del mejor bar de la ciudad, y lo veo, se me acerca, no lo puedo evitar, el alcohol que corre por mis venas no permite moverme, he quedado paralizado con su rostro, no puedo hablar bien, no coordino, se acerca, mueve la boca pero no escucho sus palabras, solo el calor del aliento que desprende al hablar, el volumen de la música aumenta paulatinamente al punto de dejarme sordo con ese maldito tono repetitivo y la misma frase una y otra vez, mi respiración aumenta al punto del jadeo, se perfectamente que va a pasar después que cierre la boca.

Me acerco lentamente a su rostro, mis ojos tratan de enfocar algo entre la oscuridad mezclada con las luces artificiales, no distingo nada; solo veo puntos moviéndose sin dirección, una luz cegadora proveniente del techo, es de colores y parpadea constantemente dejándome fulminado, cierro los ojos al verla y siento en mi boca, una humedad que no es característica, no es vómito, es más refrescante y mágicamente satisfactoria, sencilla, creo que son sus labios colisionando con los míos.

Pero, ¿por qué ahora?, ¿qué he hecho yo?, ¿qué no hice antes?, ¿qué fue lo que dije o pensé antes de esto?, ¿estará relacionado con las palabras que decía?, las cuales no escuche, o solo es imaginación de lo ebrio que mi cuerpo esta.

Intento abrir los ojos, pero mis parpados no responden, siento una descarga eléctrica proveniente de mis pies, estoy paralizado, las sustancias químicas en mi cuerpo están explotando en cada centímetro de mi piel, mi corazón nunca se había sentido tan desesperado por salir de mi cuerpo, en ese momento mi borrachera dice espera, quisiera estar así el resto de mi vida. No siento pasar el tiempo, escucho como esa música tan repetitiva se aleja perdiendo potencia en mi oído, su beso me hace perder los sentidos, todos excepto el gusto, porque esto me encanta.

¿La música se ha detenido o me he quedado sordo?, pareciera que llevo años en mi mente, no quiero dejarla así estoy bien.

Todo lo que me paso antes bien valen la pena para esto, después de unos segundos siento despegarse poco a poco sus labios de los míos, pero no hago intento de juntarlos otra vez, siento que fue el momento perfecto, el tiempo perfecto, aunque el lugar inapropiado, aunque eso es lo de menos.

Abro los ojos lentamente dejando que mi cuerpo regrese a su estado basal y respiro el aire que fue succionado por él, siento un cosquilleo recorrer todas mis extremidades, mis manos se mueven solas y es unen a través de su cuello, siento la necesidad de pegar su frente con la mía sin decir nada, como si eso le dijera exactamente lo que pienso, mi respiración aumenta poco a poco de una manera profunda como señal de la excitación provocada por aquel beso, el alcohol lo amplifica más y más, no puedo dejar de abrazarlo.

Siento que llevo años a su lado, que mis manos fueron hechas para su cuello y que el cerrar de mi boca no está completa sin sus labios.

Todo es perfecto, hasta que siento esa palabra que me mata al oído, esa última palabra que escuche de él hace ya tiempo, aunque no es la misma persona, duele igual. Esa palabra que odio que pronuncien las personas, no es una palabra malsonante ni una grosería, yo más bien la calificaría como una palabra prohibida en mi diccionario, y no porque sea fuerte sino por el daño que causa cada vez que es pronunciada ese;

- "adiós".

Una simple palabra que escucho todos los malditos días de mi vida, y me daba igual, ahora la siento como la peor palabra que hay en la existencia, no porque él lo diga, es por lo que representa, no puedo permitirlo, lo acerco hacia mí, tomo la iniciativa o más bien el alcohol que aun corre por mis venas toma la iniciativa, sujeto su rostro contra el mío dejando que mis labios prueben de nuevo esa sensación que les encanto.

No quiero soltarlo, en este momento eso me mataría no saber a dónde se van a ir esos labios con los que me siento tan bien, esa persona que conocía desde hace poco pero que representa el mayor porcentaje de mis pensamientos hoy en día.

No puedo soltarlo, mis oídos no quieren que diga otra vez esa palabra, no hay otra forma de callarlo que con un beso, creo que lo pienso demasiado y debería estar en un éxtasis utópico en este momento, por mi rostro siento como una gota a su paso humedece mi mejilla, ¿está lloviendo adentro del lugar?, no, es una lagrima mía, en ella todo lo que representa este beso de despedida, el no volverlo a ver nunca, el sentir sus labios última vez esa noche, escucho su respiración acelerarse y su pecho parece vibrar de lo rápido de sus latidos, acerca su mano a mi rostro y aun en el beso toma mi lagrima con su dedo y la esparce por mi rostro a manera de desaparecerla, pero eso no basta para quitar el sentimiento de mis ojos, lo abrazo y me corresponde soltando el beso de golpe diciéndome

- Me tengo que ir.

Yo con las fuerzas y la coordinación que aún conservo después de la descarga de alcohol, tomo el aire suficiente para poder decir esas palabras, que, todos alguna vez se arrepienten de decir, aunque siento que no lo tomaría en cuenta debido a mi estado etílico, pero eso no es de pensar sino de sentir, así que lo digo tan suave que mis piernas tiemblas;

- ¡Te amo!...

En mi mente algo se desconectó y me sumergí en mis pensamientos ahí fue donde comenzó a preguntarme; ¿cómo fue que llegue aquí?, no a este lugar, a este momento y mi mente proceso todos los acontecimientos que me hicieron estar en este lugar, con esta persona, con esta vida ruin que acaba de mejorar con solo un beso.

"Los que dicen que los besos no curan las heridas no han encontrado al amor de su vida."

Él escucha lo que acabo de decir se queda perplejo con la mirada fija en mis ojos y después de un momento me responde:

- Pensé que nunca lo dirías, pues veras no estoy acostumbrado a escucharlo y mucho menos a pronunciarlo, pero este es un buen momento y tal vez el último en el que pueda decirte esto, veras yo también TE AMO.

Siento sus palabras tan estúpidamente románticas que siento vomitar, espera no es él, es el alcohol que quiere salir de mi cuerpo, corro al baño soltando su rostro y sin voltear hacia atrás, después de vaciar mi estómago camino al lavamanos y enjuago mi boca y mojo mi cara antes de tomar una servilleta, me seco y miro el espejo enfrente de mí.

- ¿Qué haces aquí? Deberías estar afuera resolviendo algo.

Y cuando regreso él se ha ido, ese adiós que me dejo el sabor tan amargo y después ese te amo tan dulce, revolvieron mi mente de una manera descomunal, me siento en la mesa donde estábamos bebiendo a pensar que fue lo que hice con mi vida para llegar esto y empiezo a recordar cómo comenzó todo.

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