Maraton 3/3
''Eres un completo idiota'' - 17 Años
No podía dejar de mirar al chico detrás del mostrador. Era guapo, alto, de cabello rubio y con una hermosa sonrisa. Trataba de ponerle atención a lo que me decía Tini acerca de la falda que había encontrado, pero no podía apartar mi mirada de él.
-Creo que la comprare... -le entendí a Martina. Miré al suelo cuando crucé la mirada con el chico, sentí que me sonrojaba de a poco. Tini notó ese detalle y buscó con la vista el punto que había estado mirando, cuando encontró al chico hizo una mueca y me golpeó en la cabeza con la falda.
-No puedes, Lodo. Estás comprometida ahora, ¿qué pensaría Diego si te viera en estos momentos? Sí... ¿qué pensaría él? ¿Me dejaría libre? -No lo sé... tampoco es para tanto, sólo lo estaba mirando. Estoy comprometida, no ciega -le respondí. Tini negó con la cabeza y siguió sacando ropa de los colgadores de la tienda.
Levanté la vista una milésima de segundo y sentí la mirada del chico. No podía hacer nada, él me gustaba pero no de la misma forma que Diego. No, no era justo para ojos Oscuros, así que me reprimí e hice como que él no estaba en el mismo establecimiento que yo. Sin embargo, no funcionó. Tini me regañaba cada cinco minutos por mirar "descaradamente" a otro hombre que no fuera mi futuro esposo, pero al parecer ella no comprendía que yo aún tenía 17 años y que era una chica como todas las demás.
-Lodovica, ya basta. Llamaré a Diego -me dijo enojada mientras sacaba el celular de su bolso. -Tú no harás nada. No he hecho nada malo, no lo he engañado -protesté. Y era verdad, admitía que el chico me atraía y que no dejaba de lanzarle miradas, pero no había hablado con él. Seguía siendo un desconocido. Pero como siempre, las cosas iban en mi contra. Cuando Tini fue a pagar la ropa que había elegido, nos atendió nada menos que el chico.
-Hola chicas, en qué puedo ayudarlas -nos dijo con una agradable sonrisa. Martina bufó y me fulminó con la mirada con la clara advertencia de "no hagas nada o le diré todo a Diego". -Quiero pagar esto -le dijo Tini, sin dejar de amenazarme. Cuando él le entregó el recibo y las bolsas con ropa, Tini se apresuró en salir tirándome del brazo. Afuera de la tienda, sentado en una banca para descansar dentro del centro comercial, Diego bebía un café.
-Recuérdenme no volver a acompañarlas cuando digan la palabra "compras" -nos dijo poniéndose de pie y acercándose a nosotras. Pasó su brazo por mi cintura y comenzamos a caminar hacia la tienda de música, Tini quería aprender a tocar guitarra y para empezar necesitaba una.
-Al final, ¿qué compraron? -nos preguntó Diego mientras subíamos por la escalera eléctrica. -Yo un vestido para cuando llegue la primavera, un abrigo, una falda, un par de zapatos y un chaleco -enumeró Tini. -¿Y tú, Lodovica? -Nada -le contesté. -No compró nada, pero le echó el ojo a algo que estaba fuera de su alcance -comentó Tini. Estuve a punto de caerme cuando nos bajábamos de la escalera. -¿En serio? ¿Qué era? Si no te alcanzó el dinero debiste llamarme, me pagaron ayer. -No seas tonto, Diego. No te molestes -me apresuré en decir, pero él ya había dado media vuelta dispuesto a regresar a la tienda. -Deja que Diego te consienta, lo hace porque te ama -agregó Martina, alzando la voz para ponerle énfasis a sus últimas palabras.
Fue demasiado tarde para persuadirlo, en menos de dos minutos estábamos de regreso en la tienda. Estaba atrapada, no quería que Diego gastara su dinero en algo inservible y caro para confirmar mi coartada, pero si no lo hacía quedaría al descubierto. -¿Qué era lo que querías, Lodo? -miré a todos lados, buscando algo llamativo y costoso. No había nada de mi gusto, nada que convenciera a Diego. Era un asco, ya que él me conocía como la palma de su mano, no era tan fácil engañarlo en ciertos aspectos -excepto en mentiras blancas e inocentes-. Por ejemplo, en cuestión de gustos, él sabía cómo me vestía, no podía de un momento a otro pedir un abrigo estrafalario con estampado de cebra.
