Hace miles de años la humanidad vivía en armonía, juntos como un solo pueblo, una sola nación, todos bajo la protección de las tres Diosas que custodiaban el orden de la tierra. Las tres tan distintas y maravillosas entre sí, pero tan necesarias para conformar el todo y actuar por el bien de la humanidad.
Stacia era la diosa de la vida y la creación, posiblemente la deidad principal entre las demás aunque nunca lo reconocería. La encargada de bendecir los matrimonios y permitir a las parejas tener hijos.
En segundo lugar estaba Solus, la Diosa de la estrella, que ofrecía bendiciones al mundo en forma de rayos solares para aumentar el poder y bienestar.
Y por último, Terraria; la encargada de ofrecer bendición a las plantas y proteger a los metalúrgicos y a los artesanos. Proporcionaba poder a través de la tierra, haciéndola más fértil.
Todos los creyentes de estas divinidades les rendían culto y las veneraban por las grandes hazañas y milagros que concedían al pueblo; hasta que una de ellas cometió un atroz crimen: apoyar al territorio oscuro. Lo que trajo como consecuencia un conflicto y el estallido inevitable de una gran guerra. El Human World se dividió en tres reinos cuando las divinidades desaparecieron durante la batalla en el World End Altar. Cada una de las personas siguió las enseñanzas dejadas por cada Diosa... continuando así con el gran conflicto que prevaleció por los siguientes años. Dejando odio, muerte y destrucción durante su paso hasta qué...
— ¡Larga vida al Príncipe Kazuto!
— ¡Nos han traído paz! ¡Él ha terminado con esta guerra!
— ¡Que Solus-sama derrame sus bendiciones sobre él y su esposa!
Los gritos de todo el pueblo, quienes hicieron acto de presencia ante la celebración de la boda del joven príncipe y heredero a la corona, eran ensordecedores. Gritaban con gran fulgor su nombre y los buenos deseos hacia él y su matrimonio.
El joven de cabellos y ojos negros como la noche sostenía la mano de su esposa con gran cariño mientras saludaban al público desde el balcón, en muestra de agradecimiento con su pueblo por la aceptación de esta unión que acabaría por completo la guerra con su mayor enemigo el Reino de Stacia.
La joven esposa de largos cabellos color del atardecer y piel tan blanca como la porcelana sonreía ante la alegría que el pueblo mostró ante su llegada. Al principio la miraban con temor, pero ante la humildad y amabilidad que tenía rápidamente fue ganando el afecto de la mayoría.
El príncipe atrajo a su esposa para postrar un beso en sus labios, desatando a la multitud, que gritó con mayor fuerza al ser testigos del amor de ambos jóvenes. Quienes rompieron barreras y se jugaron la vida para que sus padres; los reyes, aceptaran la decisión que habían tomado. Cuando el largo beso terminó, dieron un último saludo a sus súbditos antes de regresar al palacio.
Las puertas se cerraron con un choque suave, haciendo que el ruido de gritos se cortara de inmediato y llenara la habitación de silencio. Ante la señal que el príncipe hizo ambos guardias que se mantenían detrás ellos se retiraron dejándolos solos.
—¡Ya suéltame maldito idiota! —protestó la joven al estar aún tomada de la mano con el despreocupado joven que vestía un elegante traje con capa.
—No puedo creer la gran cantidad de gérmenes que me has pegado renacuajo.—dijo con asco al soltar la mano de su esposa para luego limpiarla en su camisa.
—Deja de llamarme así cucaracha estúpida. —sacó un pañuelo y se limpió los labios, haciendo que el joven riera burlón ante la forma que ella intentaba quitarse los rastros del beso.
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Odio, odio, odio y con suerte algo de amor
Fiksi PenggemarEn un mundo donde la guerra, muerte y odio se ha apoderado de las personas una propuesta inesperada por parte del Príncipe de Solus y la Princesa de Stacia cambiara el rumbo que el destino tenia preparado para ellos. !Obtener paz verdadera...! el ú...