Vía de Escape. [Terminado]

Infeliz

 Esta vez quise escribir algo diferente para esta monografia, ahora les traigo dos pequeñas historias para finalizar este complemento al que digo llamar libro. No sean muy duros en juzgar estos dos capítulos ya que no me destaco mucho en la narración de cuentos. Gracias.

Tomar riesgos, de eso se trata la vida. Pero, un joven como Rafael Ovalle Santana aún no entiende eso.

El gran por ciento de la población juvenil, saben arriesgar su vida ya sea haciendo paracaidismo, oh simplemente tomar mucho alcohol hasta perder la conciencia. Rafael es un adolescente adorable, el más destacado de su clase por la inteligencia que posee, tiene una belleza envidiable, pero, sólo en el interior de sí mismo, su físico es un poco blando ya que este sólo hace tres cosas, leer, jugar vídeos juegos y dormir. Así se la pasa el nerd de la escuela. De una manera muy común en todas las historias, Rafael está enamorado de Lucía, la niña popular de la escuela. Esta posee una gran belleza, tanto así, que se puede comparar con la diosa Elena. Pero a pesar de tal sublime belleza, está carece de inteligencia. Y por este pequeño atasco es que la historia de Rafael y Lucía da inicio.

—Disculpa, ¿tus eres Rafael? — preguntó Lucía con una gran sonrisa en el rostro.

—Sí, soyy yo— dijo Rafael tartamudeando.

—Genial, yo soy...

—Lucía —interrumpió Rafael arreglándose los anteojos y Lucía sonrió.

—La misma, veo que ya me conoces.

—Estamos es la misma clase. —dijo avergonzado.

—¿verdad?, ¿por qué nunca te había visto?, oh no ya recuerdo, eres el chico que corrige los exámenes ¿cierto?.

—Si

—Bueno, sólo vine para decirte que la profesora Ana Lucas dijo que serías mi tutor.

—Si ella me lo comunicó, ¿Cuándo quieres empezar?.

—Realmente estaba pensado que podrías hacerme la tarea y decir que la hice bajo tu guía— dijo Lucía coqueteando con Rafael.

—Pues si quieres no le veo problemas —pronunció con nerviosismo.

—Veo que no llevaremos bien, me tengo que ir pero muchas gracias —le depositó un beso en la mejilla y se marchó.

Rafael tomó todas sus pertenencias y se retiró a casa. De camino a su morada, Rafael no podía dejar de pensar ese beso, esto era lo mejor que le habían pasado en estos últimos 4 años de estudios. Cuando él llega a casa, escucha los gritos de sus padres por toda la casa.

—Mi mayor error fue dar a luz a tu hijo, maldito perro —gritaba su madre.

—No metas a mi hijo en esto, la única responsable eres tu— le correspondió a su padre.

—Ahora la culpa es mía —dijo entre carcajadas —¿Quién era el que no podía comprar un condón por pobre?, me arrepiento mil veces haberme metido contigo, cerdo.

—Eso te pasa por puta y calentona. En ningún momento te obligue, la que me buscaba eras tú ya que nadie se acostaba contigo por fea.

—cierto, mucho que te gustó está vagina, porque después de eso no me soltaste —Rafael odiaba escuchar las discusiones de sus padres, por esta razón se introdujo rápidamente en su cuarto.

Estando allí, se lanzó a la cama mirando al techo. Y comenzó a analizar cada punto de su vida, llegando a la conclusión que era una mierda. Sus padres no se amaban, su madre lo odia, las mujeres no lo miran, no tiene amigos con quien desahogarse, ni siquiera un perro. Por esta razón considera que lo único que lo hace feliz, es aquel polvo blanco que guarda debajo del colchón. Esta le hace amarse a sí mismo, también lo conecta con su gran amor, la única persona que lo ama. Para él, ella es una dulce princesa, con una gran delicadeza, unos ojos azules que le da paz, y su cuerpo tan perfecto como las curvas de la guitarra, su sonrisa es digna de toda una bella doncella; amor, felicidad y paz es lo que le brinda ella. Al día siguiente Rafael le entregó la tarea a Lucía, para que le corrigieran. Esta calificó con 10/10, mejor calificación. Ella con tanta alegría le dio un fuerte abrazo a Rafael y la profesora la felicito por dicho esfuerzo. Después de clases y la maestra cito a Rafael y a Lucía en el aula.