"Rarito 1"

27 2 0
                                    

Narra Nathaniel:

Ahh... Juro que algún día destruiré a todos los despertadores del mundo... Son una peste.

— ¡Muere maldito imbécil! — tiré con toda mi nula fuerza al culpable de aniquilar mi gran paz.

Es lunes, el peor día de todos.

Me levanté con gran peresa y estiré mi cuerpo, unos cuantos huesos sonaron, pero no le tomé importancia.

Entré al baño que está al otro lado de mi habitación he hice mis necesidades, lavo mis dientes y peino mis cabellos blanquecinos, y como todos los días miro mi horrible reflejo en el espejo, mi cara huesuda, mis pómulos definidos y con un leve tono rosa, mis labios finos y morados, el característico flequillo en mi ojo izquierdo, y lo demás no me importa, un cuerpo desnutrido, largos y finos dedos, piernas delgadas y articulaciones remarcadas... Ese soy yo.

Un grito agudo hizo que diera un respingo... Una vez bañado y vestido me dedico a escuchar con más detalle esa voz.

— ¡Maldito hijo de puta!, ¡llegarás tarde! — sip, esa es la que dice ser mí madre.

— ¡Oye!... ¡Tú vendrías a ser la puta! — le grito por la escalera.

— ¡¿Que dijiste engendro?!
¡Ya verás! — estoy muerto.

Mi madre trata de subir las escaleras pero como siempre, está ebria y se le dificulta.

Rápidamente entro a mi habitación, tomo mi mochila y mi medicina, me acerco a la ventana y salgo por allí, cuando ya me logré bajar del tejado, siento una mirada espeluznante, más, no le tome atención.

— Cuando llegues me las pagarás... — pensé que se había rendido, pero no era así... Reaccioné cuando estaba tirado en el suelo de la calle y con líquido rojo saliendo de mi cabeza, voltee a mirar a la ventana, mi madre me miraba con odio, desprecio y superioridad.

Me sobé la cabeza, pedazos de vidrios adornaban mi coronilla... Hermosa manera de empezar un día, ¿no?

Me levanté y sacudí mi pelo, no tenía ánimos de entrar al colegio, me sentía horrible, me dolía la cabeza y el cuerpo.

Caminé como pude, unos metros más allá, tomé asiento en un banquillo, me coloque mis audífonos y cerré mis ojos, sin dormir.

Y por si no lo mencioné, tomo píldoras para cuando tengo ataques de pánico, aunque no me guste tomarlas, hay veces en donde son realmente necesarias.

Esta es mi vida... Así son mis mañanas... Siempre pienso que soy un estorbo, nunca debí nacer, a nadie le importo, molesto a todos, todos me odian, soy débil... Todo es mi culpa... Mi vida y la de mi madre no sería tan oscura si yo esa noche no los hubiera abandonado... Soy un cobarde.

Lágrimas caían de mis ojos color verde-azulado.

Me reincorporé y junté mis piernas a mi pecho, escondí mi cabeza en ellas y sollozé.

Mi madre me culpa de la muerte de ellos.

Mis compañeros me maltratan porque soy "diferente".

Los profesores piensan que todo está bien.

Mis familiares no saben que existo.

Estoy solo... No tengo a nadie.

Terminé por sollozar otra vez... Me siento abatido, con impotencia.

Por suerte se como descargar mis sentimientos... En mí...

De mi mochila saqué una cajita de fósforos, y de ahí saqué una navaja de sacapuntas, discretamente subí la manga de mi sudadera y deslice el filo.... Gotitas de sangre se resbalaban por mi ante brazo, se sentía de maravilla, me sentía libre.

"Rarito"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora