CERO

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La mayor parte de la sangre provenía de su cuello y pecho, donde las heridas lucían bastante graves. Los dolores punzantes no tardaron en presentarse provocando que de sus labios brotaran quejidos de dolor. El aire comenzaba a hacerse escaso, ahogándolo y causándole dolores internos al intentar hacer que sus pulmones obtuvieran aire. Pestañeó numerosas veces para acostumbrarse a la escasa iluminación de los faroles sobre él, pero pronto las gotas de sangre comenzaron a descender por su rostro, siendo un obstáculo para su visión.

Perdía la calma.

Herido, el chico, apenas distinguía las luces de la negra noche, poco a poco se volvían opacas y borrosas. Sus párpados pesaban, mientras que sobrellevaba una lucha interna por no ceder a la obstrucción de su borrosa visión, a pesar de la sangre que se introducía en sus ojos.

La oscuridad le aterraba.

Él siempre dormía con una pequeña luz encendida que se encargaba de encender justo antes de apagar la última lámpara, a pesar de que no era suficiente para iluminar todo su cuarto, le daba seguridad por las noches. Había visto demasiadas películas, de ahí, Chris sabía que la inconsciencia se siente atraída por los ojos sellados.

Sus susurros le dolían ante pedidos de auxilio y el fuego en su garganta le robaba el oxígeno, mientras que con sus casi nulas fuerzas intentaba marcar a emergencias.

Su cabeza comenzaba a descender lentamente, acercó de manera torpe el aparato que emitía una voz solicitándole una contestación. Su voz estaba perdida, por lo tanto, utilizó su último recurso, con todo su esfuerzo logró presionar el claxon.

Cedió ante la oscuridad, entregándose a la suerte. Segundos lacónicos después aparecieron imágenes de los más bellos recuerdos que había experimentado el chico, aquellos momentos se mostraban fugaces y anhelados por él, desencadenando escazas lágrimas que rodaron por sus mejillas.

La sirena de la ambulancia no tardó en interrumpir el silencio que envolvía el lugar.

De los escombros retiraron su cuerpo suministrándole primeros auxilios sobre una camilla en movimiento con cinco personas a su alrededor.

El trayecto al hospital parecía infinito, gotas de sudor se deslizaban por el rostro de los paramédicos, quienes hacían todo lo posible por mantener su corazón latiendo. Voces en conjunto al sonido de la ambulancia mantenían a Chris aún consciente, sus párpados eran levantados e iluminados con una pequeña luz molesta y el causante de esa molestia interrogaba con urgencia al chico, que apenas podía percibir su situación. Una vez en el hospital, la camilla fue deslizada fuera del vehículo hacía la sala de emergencias, desde donde Chris fue derivado al quirófano.

Su cuerpo inmóvil recibió una mirada por parte de quienes dependía su vida, cinco personas con su rostro cubierto con mascarillas que no tardaron en comenzar a operarlo.

En la sala de espera dos jóvenes habían llegado acompañados de una madre con el alma en un hilo, quienes habían sido alertados por una llamada.

— Christopher Bang... recibimos una llamada sobre Christopher Bang. — Un chico rubio y alto preguntó por él, mientras la mujer que los acompañaba temblaba de la preocupación.

— Fue fácil contactarlos, encontramos su celular junto a él...

— ¿¡Qué le ocurrió!? — Preocupada, la madre, le interrumpió.

JeongIn El menor de los presentes hacia una llamada mientras que en su garganta se formaba un gran nudo, con el que intentaba hablar.

Tras horas de preocupación, la operación había finalizado, la encargada de tal proceso fue la primera en salir del quirófano donde tres personas aguardaban. La doctora les sonrió y quitándose la mascarilla finalmente habló:

— Tendrá que permanecer hospitalizado hasta que se estabilice. Fue un éxito.

La familia Bang se abrazó con un gran alivio, al mismo tiempo que el accidentado era trasladado en su camilla fuera del quirófano.

Su garganta estaba cubierta por un aparato del cual sobresalía una manguera conectada a una pequeña válvula, había cortes en el rostro del chico, tal impresión impidió que los nervios de la familia de Chris se calmaran.

— E-ese tubo... — Logró pronunciar la hermana del chico, sin quitar la vista del cuerpo de su hermano que salía por las puertas del lugar.

— "Ese tubo" le permite seguir con vida.

Fuera de la sala esperaban ocho chicos con serios semblantes esperando inquietos, no desearon comer, sus celulares permanecían en sus bolsillos, no se permitían preocuparse de nada más que de su gran amigo, inmediatamente sus ojos se cristalizaron cuando frente a ellos se deslizó la camilla con el cuerpo de Chris inmóvil.

Verlo los desconsolaba. Se abrazaron entre sí y cubrieron sus bocas, no tenían idea de lo que ocurría, y lo que veían no lucía nada bien.

Sin embargo, estaba bien, a ojos de los médicos, estaba bastante bien.

A pesar de ello, ese día fue el peor para Christopher Bang.

Can't hear my voices [Bang Chan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora