¿Y si el universo fuese un error?

EL PRIMER DÍA EN LA CIUDAD

Una lágrima.

Otra lágrima.

Un seguido de lágrimas caen por mis mejillas sin cesar mientras mis ojos se posan en la foto. Hace ya un tiempo que paso el accidente, pero aun así no lo he superado y dudo que lo supere algún día.

Mi padre se gira y me ve mirando la foto, una vez mas:

- Ya sé que fue un golpe muy duro para ti, el accidente, pero debes intentar superarlo como yo he hecho o te quedaras encerrada en el pasado.

Sé que mi padre tiene razón, pero aun así, me es imposible superar la muerte de mi madre, sobre todo si la culpa fue mía.

- Abigail? Me oyes?

- Si, perdona

Se vuelve a girar para seguir conduciendo.

Dejo caer la foto en mi mochila y me seco las lagrimas.

Al cabo de media hora llegamos al final del trayecto

Ante mis ojos se encuentra nuestra nueva vivienda, un apartamento en un barrio de Barcelona.

Es la primera vez que vivo en una ciudad, toda mi vida he vivido en un pueblo, así que mi asombro inicial aumenta cuando salgo a la terraza de nuestro ático y veo toda la ciudad encendida por un color amarillento, provocado por las luces que alumbran la noche.

Voy corriendo a mi habitación y empiezo a desempaquetar mis cosas, cuando entra mi padre.

- Abigail, no puedo imaginar lo difícil que está siendo para ti lo de la mudanza, el hecho de dejar tu hogar, tus amigos, etc. y tener que irte a vivir en un lugar ruidoso y caótico como es la ciudad. Así que supongo que al menos te debo una explicación de por qué todo esto.

- No hace falta papa. -contesto- Ya sé porque es: no podías resistir seguir estando en la misma casa donde murió tu esposa, ¿No es así?

- Si, cariño. Es eso -titubea, mientras toquetea uno de los botones de su camisa .

Abre la puerta de la habitación y vuelve a salir. Pero aunque él no lo sabe, sé perfectamente que ha mentido. Siempre que miente toquetea algún botón de su camisa.

Aun así, no le doy mucha importancia al hecho de que me haya engañado y sigo deshaciendo las maletas.