LA PRIMERA NOCHE EN LA CIUDAD

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La primera noche es la más difícil para mí. Me cuesta dormir. Supongo que es porque no estoy acostumbrada al ruido de la ciudad. Mi padre dice que las ciudades, a diferencia de los pueblos, siempre permanecen despiertas.

Así que decido salir a la terraza para contemplar el firmamento.

Normalmente hacerlo me causa tranquilidad y me ayuda a dormir. Pero esta vez no es así. Debe ser por las estrellas: sé que están ahí pero las luces tan fuertes de la ciudad no me dejan apreciarlas. Por tanto no tengo más remedio que buscar otro punto que me provoque calma y decido observar a la gente. La gente de aquí es bastante parecida a la de mi pueblo, aunque es mas reservada y desconfiada.

Sigo con la vista una niña que corre por la calle hasta llegar a su casa. Luego a un chico joven coger el autobús que llevaba esperando hace ya un buen rato.

De repente mi mirada se posa encima de un hombre bajo pero con mirada penetrante que me mira fijamente a los ojos. Me asusto y doy un paso atrás. Él debe de percatarse de que lo he visto porque enseguida esconde la cara y empieza a caminar hacia el otro lado de la calle hasta que ya no puedo verlo más.

Vuelvo a entrar en casa, voy hacia mi habitación y me acuesto en la cama pensando en ese hombre. Pero pronto mis pensamientos se van hacia el accidente y mi mente visualiza de nuevo lo sucedido:

Mi madre y yo paseábamos juntas por las calles de mi pueblo. De repente me desvío de nuestra ruta, adelantándome a ella y me quedo mirando un escaparate que me ha llamado la atención. Entonces ella se da cuenta y cruza la calle para ir a mi encuentro, pero la cruza demasiado rápido y sin fijarse en su alrededor y una moto que va demasiado rápido la atropella.

Inmediatamente las lagrimas empiezan a correr por mi cara, como han hecho ya centenares de veces. Fue mi culpa y debo asumirlo.

¿Y si el universo fuese un error?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora