Parte 1

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<<A que si se lo hubiesen dicho antes no lo habría creído>> una sonrisa se formó en su rostro, sustituida luego por un sorbo a su café. Llevaba ya unas cuantas citas con aquella mujer de pelo oscuro, todas las tardes en el mismo bar de la avenida. Esta, particularmente, era una tarde lluviosa y helada. Ambas estuvimos a tiempo en la mesa, sin embargo, para continuar con lo que empezamos tiempo atrás.

—Sigo sin poder creer que fue aquí donde se conocieron-admití sorprendida-, es que no parece real.

—Pues créelo, que te digo fue aquella mesa en la que ella estaba sentada. -señaló un sitio solitario en una esquina, juraría que casi no daba la luz a ninguna hora. Me pregunté entonces por qué alguien que parecía ser tan especial se sentaba en la penumbra. No hice tal pregunta, no era el momento.

—¿Cómo llamaste su atención entonces? ¿Siquiera podía verte desde ese lugar?

La mujer de ojos claros emitió un sonido similar a una risa y negó lentamente. Tuve que admitirlo, no soy buena suponiendo algunas cosas. —Ella estaba de espaldas, tuve que acercarme a su mesa y fingir que estaba perdida. Vamos, nací en esta misma ciudad y estaba perdida, ¿es acaso posible? Ni siquiera logró darse cuenta una vez que confesé ser de aquí-rió-, era una cabeza hueca.

Noté en sus ojos que decía -con todo el amor que podía mostrar a través de una mirada- la verdad. Quizá sí era una cabeza hueca, pero ella la amó de todas formas. Eso lo supe desde el primer instante.

<<Fue en ese sitio, en esa mesa vacía y rasgada. A veces pienso que ella era la única que ocupaba aquel lugar; nunca la vi en otro.>> comenzó a relatar <<Estaba tan hermosa, incluso en la penumbra. Dios, ¡parecía brillar por sí misma! La primera vez que la vi llevaba puesto un abrigo rojo y pantalones oscuros. Su cabello estaba suelto, era castaño oscuro, largo, precioso... >> se detuvo a pensar. Noté entonces que estaba recordándola. Sus ojos estaban aguados, emitió un suspiro. Algunos segundos en silencio y varios tragos largos de café más tarde, con la voz más ronca y quebrada que de costumbre, continuó. <<Vine a este lugar cada día durante algunas semanas, no siempre estaba ahí. De vez en cuando la encontraba dos o tres días seguidos, luego no había señales suyas hasta pasados los diez. Era confuso y aburrido buscarla, aún no entiendo por qué lo hacía, pero me sentaba en esta mesa cada tarde a esperar. Y ¿sabes una cosa? Cuando por fin tuve el valor de hablarle, ella se había ido. Recuerdo haberla mirado durante casi una hora, estaba completamente vestida de negro, tan hermosa... me levanté y respiré profundo, me dije a mí misma que debía hacerlo y cuando me acerqué ella se estaba marchando. Iba a rendirme, lo juro...>> sonrió.

—¿Qué te hizo seguir adelante?
Hice aquella pregunta y se formó entre nosotras un silencio intenso y pesado; no fue incómodo, fue intrigante. La observé mientras sacaba del fondo de su bolso su billetera azul oscuro, repleta de bolsillos y, al parecer, billetes que no me preocupé por mirar. Sacó con cuidado un papel doblado varias veces, algo amarillento quizá por lo viejo que era. Suspiró y lo miro con detenimiento: se trataba de algo importante.

—Ella lo hizo primero.

Sonrió.
<<Cuando se fue me sentí tan idiota... Guardé mis cosas en mi bolso, tomé mi abrigo y quise irme. Pero ¿conoces esa sensación de que algo se te olvida o debes hacer algo importante? Eso sentí en aquel momento. Me detuve justo antes de cruzar la puerta de salida. Y esto... >> puso el papel en medio de la mesa, lo empujó para que lo tomara y lo abriera <<estaba en su mesa cuando fui hacia ella a revisar...>> Una hoja de cuaderno. Estaba completamente en blanco a excepción del centro. Decía "Hola" ... Me tocó sonreír, una sensación de alegría invadió mi cuerpo al leer la nota. La sostuve un tiempo y analicé cada detalle del papel como si nunca hubiese visto uno así, la calidez que me transmitía era indescriptible. Sentí ganas de llorar. 

Rose SpezzateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora