La magia está en lo desconocido.
—Lo siento, el tráfico.
Sonreí. Esta mujer odia llegar tarde y hace lo que sea por estar a tiempo. Lo entendí minutos después de su llegada. Con su cabello despeinado y la respiración todavía agitada, mi actual compañera de todas las tardes tomó asiento frente a mí como era usual.
Saqué de mi bolso mi cuaderno y mi grabadora y, una vez que nuestros cafés estuvieron con nosotras, "empezamos la sesión", como solíamos decir. En medio de una monótona y poco interesante charla, sin quererlo y atravesando un efímero silencio, dijo algo que cambió el rumbo de mis pensamientos: —Se llamaba Ana.
Mis ojos se abrieron de tal manera que no cabían en mi rostro, juro haber sentido aquello. No había mencionado su nombre en ninguna de las otras reuniones o encuentros casuales que tuvimos, los cuales no fueron pocos. Llevábamos semanas viéndonos, aunque la idea de escribir la historia surgió mucho después y, con su permiso y colaboración, aquí me encuentro ahora. Empezamos casi de cero y con más detalles, hay cosas que incluso yo desconozco todavía.
<<Luego de la nota pasaron algunos días en los que no pude venir... No porque no quisiera, claro, me urgía verla de nuevo. Mi madre enfermó y tuve que cuidarla. Entre las visitas diarias al hospital y el trabajo no tenía mucho tiempo libre. Supongo que no era el momento. Pasé unas tres semanas y media haciendo de los últimos días de mi madre los mejores que pudiese tener...>> se lamentó por dentro, pude notarlo. Algo en ella se sentía inconcluso. <<Al morir mi madre me sentí muy deprimida. No éramos demasiado unidas, pero era mi madre después de todo, ¿verdad? La quería...>>
Justo antes de que sus lágrimas cayeran toqué su mano en señal de apoyo, sentí mariposas. No me atreví a acercarme más; ella todavía la amaba y no quería confundirla, no quería confundir las cosas. Yo no la veía de esa manera... —Apuesto a que tu madre era super guapa
Sonrió. Punto a favor—Era bellísima. Si hubiese salido a ella apuesto que te gustaría -remarcó la palabra que anteriormente yo había utilizado y ambas reímos-, era verdaderamente hermosa. Y siempre pensé que ella habría amado a Ana de haberla conocido...
Asentí. Doy por seguro que así hubiese sido. Ana parecía ser la persona más encantadora que cualquiera pudiese conocer alguna vez.
<<Decidí que no iba a encerrarme en el trabajo y en casa por sentirme triste. Quise mucho a mi madre, pero no iba a terminar mi vida por la suya... Suena horrible, lo sé, pero fue de esa manera que lo pensé en ese entonces>> soltó una risa irónica y probó su café con espuma. Al parecer el sabor era agradable. Hizo una mueca graciosa. <<Cuando me atreví a salir de nuevo sentí que era otra persona. Suena horrible también pero junto con mi madre se fue una gran carga. Ella no aceptaba del todo que me gustaran las mujeres y no la vi durante un largo tiempo hasta meses antes de que enfermara>> volvió a suspirar <<Supongo que al menos pude arreglarlo con ella...al menos pude despedirme, decirle adiós...>>
Se escuchó un trueno y salté en mi asiento. Mi amiga se rió de mí y me sentí avergonzada; creo que toda la vida tuve miedo a las tormentas. —Ella también les temía.
Sonreí otra vez. La veía y recordaba en las pequeñas cosas de otros y en lo que la rodeaba. Era como si todo la llevara a pensar en ella. Realmente estaba enamorada todavía.
<<La primera vez que pisé el lugar después de lo de mi madre ella no estuvo ahí -señaló apenas la mesa que, al igual que ese día, se encontraba vacía-, tampoco las tres siguientes. Creí que había pasado mucho y ella ya no iría, quizá había encontrado un lugar mejor que este, ¿no? -rió- Pero cuando iba a darme por vencida ella volvió a aparecer. Parecía una broma sin gracia alguna. Imagina: Yo estaba justo aquí esperando que dejara de llover y ella entró por aquella puerta del costado. Debo admitir que en el fondo sentía la esperanza de volver a verla>>
Su sonrisa al recordar era siempre la misma, brillante, sincera, sus ojos se achinaban y se marcaban sus hoyuelos. Se veía adorable. Supongo que eso es lo que causa el amor, ¿verdad? que todo se vea mas bonito, más alegre, que todo sea más cálido y feliz...
—¿Sabes? Por alguna razón jamás olvido lo que llevaba puesto. Todo le quedaba hermoso, incluso la ropa vieja y desarreglada que llevaba a menudo. Recuerdo que aquella vez llegó con un tapado de hombre negro, unos jeans claros que le quedaban holgados y el cabello despeinado, con lentes de sol. Y yo me pregunté "¿quién usa lentes de sol cuando está lloviendo?" pero pensé que aún así se veía hermosa. Algo en ella causaba en mí esas mariposas que uno dice de pequeño, algo el ella causaba en mí ganas de más. Parecía magia. Parecía que con ella en esa pequeña mesa en la penumbra todo se volvía mejor.
Sonreí.
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Rose Spezzate
RomanceMi nombre es Karla, aficionada a la lectura y a la escritura desde pequeña. Me mudé a España cuando era joven, poco antes de terminar la universidad. Desde entonces he conocido personas e historias increíbles, pero ninguna me ha cautivado tanto como...