Quizá si esa noche se hubiesen enamorado habrían evitado una larga historia de dolor y sufrimiento. Quizá. Pero tal vez, si la hubiesen evitado, el amor no habría sido tan fuerte y profundo como para luchar contra todo aquello que les deparaba el futuro, el destino, como quisieran llamarle a todos aquellos eventos desafortunados y hermosos que les tocó vivir.
De más está decir que esta no es la típica historia feliz y de amor que todos esperamos ver o leer en novelas de amor, sino al contrario, Laura y Ana siquiera terminaron juntas. Y es por eso que estoy aquí contando esta historia ahora.
Quizá esa noche sí se enamoraron. Y se enamoraron tan profundamente que era inevitable describirlo con palabras. El hecho es que, lo hayan hecho o no, no fue fácil para ninguna.
Es otro día con Laura en nuestra cafetería, SU cafetería predilecta, compartiendo una bebida caliente y más detalles sobre esta historia que quiero contar brevemente...—Luego de la parrillada fuimos a un...antro o algo así. Ya sabes, ellos querían seguir la fiesta. Realmente no quería ir pero acabé yendo por mi amigo y porque Ana también iría. Creí que iría. Al fin y al cabo era algo que yo esperaba simplemente, porque Ana quedó sola en casa con todo el desastre que dejaron un grupo de abogados borrachos, drogados y esposas pretensiosas igual de alcoholizadas que ellos.-soltó con algo de bronca-Volví a su casa esa noche, ¿sabes?
Me sorprendí. No esperé en ningún momento que Laura dijera que se escabulló hacia la casa de Gustavo y Ana para verla. Fue algo sorprendente para mí luego de oír la cantidad de tiempo que le llevó simplemente hablarle. Supongo que para ese entonces ella ya sentía una conexión más fuerte.
—¿Qué hicieron esa noche?-la intriga me consumía
Ella bebió un sorbo de su capuccino para luego negar lentamente.—Oh, no, no, no entré a su casa esa noche. Estaba algo ebria y, ya sabes, no quería que me viera así. Pero tampoco esperaba verla de esa manera en que la vi...
—¿Cómo la has visto?-pregunté casi interrumpiéndole
<<Recuerdo haber llegado al jardín de su casa en un taxi. No conduje esa noche por razones obvias. Me adentré hasta la puerta y pude divisarla a través de la ventana. Estaba llorando. Ya no llevaba puesto mi saco ni aquella blusa que le quedaba tan bonita, sino una vieja y estirada color gris. Las ventanas de su casa no cubren mucho, ¿sabes?
Estaba llorando. El jodido idiota la había dejado llorando. Y lo más doloroso para mí no fue verla llorar sino descubrir que detrás de todo ese maquillaje, que no era mucho y era bastante natural, se escondían aquellos moratones que tanto habrían de dolerle. No pude imaginar siquiera cómo alguien puede lastimar a un ser tan bello de tal manera. No podía aceptarlo. Estuve a punto, lo juro, estuve al borde de entrar en esa casa y llevármela de allí, pero habría sido peor si él se enteraba. No cabía duda, alguien no se cae y ya, alguien no se golpea en la cocina y se hace esos rasguños en la piel o esas marcas alrededor del cuello. Ella era abusada, era maltratada por quien más debía protegerla. Y jamás me perdonaré no haberlo visto antes. El idiota la golpeó, la dejó llorando sola con todo ese desastre y se fue de fiesta con sus jodidos y gilipollas amigos a un barsucho.>><<Maldito>> pensé. Mis ojos se inundaron cuando Laura relató aquella pequeña parte de la historia. Junté mis puños, quería golpear algo. Me dolía incluso a mí sin haberla conocido y sin saber donde podría estar ahora. Me dolía como si yo hubiese recibido los magullones, como si a mí me hubiesen dejado llorando tantas veces que no hubiese podido más con ese dolor. A qué jodida persona se le ocurriría lastimarla así...
<<Las siguientes veces que la vi no estaba tan conversadora como aquella noche. Me quedé con ella haciéndole compañía durante la velada, ya sabes, antes de la salida. Era graciosa cuando lo quería, y fue la primera vez que la vi sonreír. Recuerdo que dije alguna estupidez que le causó gracia, algún chiste o algo. Incluso habíamos cenado juntas, la mantuve apartada de Gustavo casi toda la noche. Espero haber logrado que se sintiera bien. Aunque me aterra pensar que tal vez, sólo tal vez, yo fui la causa de que su labio sangrara y sus ojos estuviesen hinchados del llanto unas horas más tarde. Me aterra pensar que por mi culpa Gustavo volvió a golpearla, que volvió a herirla una y otra vez. ¿Y sabes qué me aterra más?>> hizo una enorme pausa <<Me aterra más saber que gracias a mí ella sí fue golpeada, herida, y que no la he vuelto a ver. Que ya no puedo volver a verla...>>
Su rostro palideció.
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Rose Spezzate
RomanceMi nombre es Karla, aficionada a la lectura y a la escritura desde pequeña. Me mudé a España cuando era joven, poco antes de terminar la universidad. Desde entonces he conocido personas e historias increíbles, pero ninguna me ha cautivado tanto como...