Capítulo 1 - Estoy casada

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Advertencia.

La protagonista de este libro tiene sus errores, está escrita así. Por favor, paciencia, que te caiga mal, es NORMAL, lo escribí adrede, debe ser  así.
El protagonista NO es bueno, no es el príncipe azul, no te va a gustar.

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Capítulo 1 – Estoy casada  

Cuando entre a la universidad solo quería terminar mi carrera, no había más objetivos. La termine, sí; pero casada.

Noah me pesco en mi segundo año de carrera, él estaba por graduarse pero igual me acoso sin descanso y lo logro, hice a un lado mis libros por ese rostro lleno de pecas y cabello rubio perfecto. Lo admito, lo admito... estaba y estoy loca por mi marido. Noah supo cómo entrar en mi vida y quedarse, pensaba en él todo el tiempo, estaba con él cada vez que podía y cuando Noah tuvo estabilidad económica lo primero que hizo fue buscar un lugar para los dos. En mi último año de universidad yo asistía a la facultad con mi sortija de matrimonio.

Pero no todo fue perfecto, la familia de mi esposo nunca me quiso. Y yo por consecuencia nunca pude corresponderlos. Estaba orgullosa de ser hija de inmigrantes, estaba orgullosa de mi cabello negro, mis ojos oscuros y mi piel morena. Incluso después de todo este tiempo aún recuerdo la primera vez que comí en casa de mis suegros, fui a la única que le dieron un plato lleno de frijoles con arroz. "Para que me sintiera como en casa" había dicho la mamá de mi novio. Noah se enfureció, pero su madre estaba disgustada al ver a su rubio hijo de ojos azules arruinar la larga línea con una espalda mojada. Yo probé los frijoles y los escupí en el plato alegando que eran de procedencia corriente y que en mi casa solo se servían frijoles de calidad. Eh... si, no fue una gran respuesta como hubiera querido, pero ella no esperaba ninguna así que fue suficiente para hacerla estallar de rabia tan rápido como cayeron los frijoles de mi boca al plato.

Cuando Noah y yo nos casamos, toda la familia y amigos de ambos asistió. Si las miradas mataran su madre me habría dejado inerte en cuanto me vio vestida de blanco. Me importo un pepino cualquier opinión de otros cuando lo vi tan glorioso frente a mí, lo amaba tanto; Su voz, su sonrisa, sus arrugas alrededor de los ojos, contaba cada peca en su rostro. Yo me iba a casar con él, no con su familia. Así que se podrían tragar sus despectivos comentarios, él era mío y yo era suya.

Noah fue mi primero en casi todo, él lo supo obviamente y estaba encantado, ego masculino supongo. Sabía que él tenía experiencia en la cama pero nunca me reclamo o se quejó de mi ignorancia, al contrario el hombre estaba deseoso de enseñarme todo y claro yo era una alumna aplicada.

Nuestra vida de casados fue una aventura, yo terminaba mi carrera y Noah tomo parte de la compañía familiar, al final del primer año estábamos enamorados, seguros en nuestro departamento y yo por ultimo había conseguido trabajo en la clínica veterinaria.

Un matrimonio joven y feliz, hasta el segundo año...

Las cosas tomaron un cruzo diferente cuando el padre de Noah le dio más trabajo, eso era más responsabilidades, más horas fuera de casa, menos horas conmigo. La clínica también demandaba mi tiempo, Noah me pidió estar en casa ya que podía mantenerme con su sueldo, no acepte.  Luego empezaron las reuniones a altas horas de la noche, las fiestas con socios, de benéficas y de oficina, las reuniones con colegas, las comidas con clientes y sus horas extra. ¿Dónde estaba mi Noah?

Si bien mi marido era cuatro años más grande que yo, al final de nuestro segundo año de matrimonio se veía mayor y muy maduro. Entre en crisis, cuando salimos a comer y pensaron que era una "amiga" de Noah y no su esposa. Sí, mi marido vestía formal y sí, yo iba por la casa con jeans pintados y blusas de tirantes. Incluso en mi trabajo podías verme los 18 años que aparentaba mi cara, mi trabajo y familia tranquila me conservaban sin estrés y por ende joven, según yo.

Estaba en crisis otra vez porque me dolía mucho que no pareciéramos una pareja ante los demás. Una cosa era que me criticaran la raza y otra que todos me vieran muy inmadura junto a mi esposo. Trate de acoplarme un poco cuando note que Noah se incomodaba también y tenía motivos al ser su imagen una forma de vender su empresa. Vestí conjuntos coquetos, vestidos serios y maquillaje, el plan funciono por un tiempo. Pero solo un tiempo.

En la vida, mucha pero muchísima gente va querer hacerte menos, por el simple hecho de protegerse a sí mismos. Muchas mujeres ocupan sentirse la más bella de la fiesta para estar contentas, algunos hombres necesitan saber que son los más deseados por esas mujeres para estar satisfechos; y por ello algunas de estas gentes son capases de dañar. Existen muchas razones por las cuales en la vida nos topamos con la situación de que alguien quiera dejarnos como inferiores. Hasta hoy he sabido protegerme de todos ellos. Menos el día que lo hizo mi propio Noah.

Fue en una fiesta de año nuevo, Noah no me había avisado y dijo que se le había olvidado decirme con anticipación, así que fue solo. Pero cuando uno de sus compañeros lamento que mi dolor de estómago no me permitiera ir... entendí que Noah en realidad no había querido llevarme. Y no fue paranoia mía, era la tercera vez que "olvidaba" llevarme...

Dolía, realmente dolía que Noah me hiciera eso.

Aquel joven que me hablaba sobre una casa de dos pisos, que me besaba con aliento a dulces de fruta, aquel estudiante que veía películas antiguas después de los exámenes y me hacia el amor sin avisar en la sala... estaba cambiando ante mis propios ojos. Dejo de usar los dulces para el aliento y se cepillaba los dientes tres veces al día, todo por una blanca y perfecta dentadura. Dejo de ver películas conmigo porque ya no había tiempo para ello, dejo de hacerme el amor en la sala porque... tampoco tenía tiempo, creo. Deje de verlo los sábados, olvide la última vez que lo vi en ropa barata o jeans, dejo de hostigarme mientras cocinaba, ya nunca me atacaba a besos. Dejo de llamarme al trabajo o preguntarme por qué llegaba tarde. Pero yo comprendía, de verdad que comprendía que su trabajo lo alejara y que solo en vacaciones o algunos fines de semana pudiéramos estar como antes.

Pero había cosas que no cambiaban, cosas que lo valían todo. Noah tocaba mi rostro para despertarme durante la semana, me tomaba entre sus brazos al ir a dormir, Noah tenía su almohada, yo a él. Cada vez que podía me acompaña por la despensa y si, lo más romántico durante estas compras es cuando me avergüenza preguntando en voz alta que sabor de condones quiero. Maldito. El aun come lo que yo prepare, y los domingos siempre está en casa conmigo tan fiel como un católico en iglesia.

Son esas cosas las que me recuerdan siempre que incluso en el día más difícil de estos dos años, incluso ante los constantes desplantes de mi suegra... Noah y yo nos amamos, somos felices juntos.

No todo fue MaloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora