Capítulo 14 💙

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4 días, 6 horas y 12 minutos exactamente.
Todo ese tiempo había pasado desde que Sky decidió dar una oportunidad a Corbyn, y todavía él no había conseguido nada.

Era demasiado complicado. Corbyn no sabía nada de seducción. Nunca había estado en la tierra y no sabía que le podría gustar a Sky y que no.

Se pasó esos 4 días en su cuarto. Viendo películas románticas en la televisión.
La mayoría de las cosas no podía llevarlas a cabo debido a que no se encontraba en la tierra.

Llevarle flores; No hay flores en Marte, por lo que le entregó un ramo de lechugas del huerto.

Comprarle chocolate; Ni si quiera sabía que era eso. Le dió una patata.

Nada le salía bien.
Pero, lo que él no sabía, era que a Sky todo lo que hacía le parecía muy tierno.

Sky paseaba delante de él alzando las manos agobiada mientras se quejaba.
JR e Ian habían salido a recorrer todo el planeta y no volverían en dos días.
Y eso a ella le molestaba mucho.

Se suponía que estaba en Marte para cumplir la misión con ellos, no para cuidar a Corbyn.

- Esto es demasiado machista. - se quejó por décima vez.

Corbyn asintió ligeramente. Entendía su frustración, pero le gustaba que ella estuviera con él y no los otros astronautas.

Sky se sentó al lado de Corbyn en el suelo, soltando un largo suspiro.

- Deberíamos hacer algo. - empezó el rubio - Ya sabes, para no aburrirnos.

- Vale. ¿Qué tienes en mente?

- Mmm...

Elevó la cabeza al cielo, pensando bastante bien lo que podrían hacer.
Entonces lo vio enfrente de él.

- ¿Una acampada estelar en el techo del refugio? - sugirió mirándola.

- Buena idea. - los dos sonrieron - Ve preparando las camas, yo llevo la comida.

Corbyn asintió, se puso de pie y la ayudó a incorporarse con una sonrisa.

(...)

Acababa de anochecer y la acampada de Corbyn y Sky ya estaba lista.

Las mantas tapaban todo el techo del refugio y algunos cojines amontonados hacían de cama improvisado.
Solo una. Corbyn quería quedarse lo más cerca posible de Sky, por lo que solo hizo una.

El centro del techo no está cubierto de mantas. Allí iba la pequeña hoguera que Sky había encendido nada más subir.

Se sentaron juntos. Pegados el uno al cuerpo del otro.
Podría haber sido por el simple hecho de que refrescaba, pero ellos estaban enamorados, y necesitaban estar cerca el uno del otro para sentirse bien.

Hablaban de cualquier cosa.
Sky le contaba cosas de la tierra y Corbyn anécdotas de su padre.

- Bien, - Sky se giró hacia Corbyn con una sonrisita - tengo algo que creo que te va a encantar.- rebuscó en la bolsa de comida por un rato y sacó una enorme bolsa de nubes de azúcar - ¡Tachán! Lo traje aquí sin permiso, pero, bueno, ya sabes, yo sin esto no podría sobrevivir.

Corbyn cogió la bolsa con curiosidad.

- ¿Qué se supone que es?

- Nubes de azúcar.

- ¿Nubes? - Corbyn frunció el ceño - ¿Y esto se come?

Sky rió un poco arrebatándole la bolsa de las manos y abriéndola.

- Claro que se come. - cogió un palo y lo pinchó en la nube - Toma. - le entregó el palo a Corbyn - Ponlo cerca del fuego y espera un rato.

Él hizo lo que ella pidió sin rechistar. Quería saber que iba a pasar.

- Quítalo. - ordenó de nuevo la chica.

Ahora la nube estaba algo dorada, pero Corbyn seguía sin comprender nada.

- Cómetelo. - dijo Sky observándole sonriente.

Corbyn miró la nube y luego a Sky, hasta que se decidió por meterse la nube en la boca.

Los ojos del rubio se agrandaron por la sorpresa. ¡Sabía genial!
Era mucho mejor a todo lo que había probado antes.

- Oh Dios. - exclamó fascinado mientras cerraba los ojos con una gran sonrisa.

Sky rió ante su reacción y le dió otra nube.

Así se pasaron una hora, comiendo y alabando a las maravillosas nubes azucaradas.
Sin duda la mejor noche de sus vidas.

Cuando la comida se acabó, los dos se recostaron en los cojines observando las estrellas con admiración.

- Wow. - exclamó Sky impresionada - Esto es alucinante.

Corbyn sonrió dándose la vuelta sobre sí mismo para quedar enfrente de ella.

Las estrellas eran hermosas, pero no había nada que se pudiera comparar con ella.

Ella era su cielo. Literalmente, su nombre lo decía.

Las manos de Corbyn se desplazaron a las mejillas de Sky con delicadeza, provocando que ella se girará para verle.

- He estado mirando las estrellas todas las noches desde que te conocí. - dijo Corbyn - Y creo que sí cada una fuera una de las razones por las cuales me gustas, me faltarían bastantes.

Sky sonrió tímidamente, sonrojándose al instante.

Corbyn acercó su rostro al de ella con lentitud, conservando el momento con deseo.

El ritmo cardíaco de Sky aumentaba con cada movimiento que hacía Corbyn para acercarse a ella.

Hasta que pasó. Los labios de Corbyn rozaron con los de ella con dulzura, haciéndole cerrar los ojos al instante debido al placer.

Entonces él lo entendió. No necesitaba ningún truco de la tierra para conquistarla.
Solo necesitaba ser el mismo.

Solo necesitaba ser el mismo

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MARS; C.B Donde viven las historias. Descúbrelo ahora