5. El nido

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5. El nido

El día se me hizo eterno. No podía esperar más a que llegase ese asqueroso ascensor y nos sacaran de ahí abajo para poder ver el resumen de los juegos. Hoy era el primer día en la arena para los tributos y me interesaba mucho saber cómo estaría actuando Katniss. Muchos tributos optaban por parecer débiles y cuando llegasen a los 8 finalistas cargárselos a todos. No creo que ella tomase ese camino, no es de esas que te dan la puñalada por la espalda.

Pasaron las interminables 4 horas que me quedaban y pude volver a casa. Al llegar encendí la tele y me senté en el sillón donde solía sentarse mi padre a contarnos historias cuando era pequeño y Vick acababa de nacer. Salió Caesar en pantalla, con su pelo azul, y empezó a hablar con el otro presentador sobre cómo les estaba yendo a los tributos. Me costó mucho mirarles sin darle una patada a la tele del asco que me daba la gente del capitolio. Salió Katniss en un primer plano, y como no, hablaron de la declaración de Peeta ayer en directo. Seguía sin asimilarlo. Ahora resultaba que ella y Peeta eran “Los trágicos amantes del distrito 12”. Ahora sí que le iba a pegar una patada a la tele. Pusieron un primer plano de todos los tributos en el lugar donde estaban ahora mismo, y un repaso del baño de sangre que ocurre nada más empezar los juegos en la Cornucopia. Eran unas bestias sin corazón. No me podía creer que alguien con apariencia tan inocente, como por ejemplo, una chica rubia y menuda, (creo que del 2) pudiese matar a una persona sin siquiera mirarle. De repente sale Katniss de espaldas quitándole una mochila a un chico pelirrojo ¿Qué se suponía que estaba haciendo? El chico, le escupió sangre en la cara y se dió cuenta de que le habían clavado un cuchillo en la espalda, y que no tardarían en lanzarle otro a ella. Puso la mochila del chico de “escudo” delante de su cara. Se quedó paralizada un momento pero nada más notar el impacto del cuchillo, salió corriendo dirección el bosque con el clavado en la mochila. Casi la matan. Casi la veo morir ahí mismo el primer día nada más salir de la plataforma. Espero que la dichosa mochilita llevase algo verdaderamente útil. De repente me di cuenta de que están en una arena que tiene un lago enorme, un bosque y una extensión interminable de cultivos de maíz. El bosque. ¡Katniss estaba en el bosque! Estaba claro que no había un mejor lugar para ella. Cada año eligen un sitio diferente; un desierto, un páramo helado, una escombrera, un isla… esta es la única cosa que me hizo verdaderamente feliz en todo el día.

Me di una ducha con agua que había hervido mi madre y me acosté ya que estaba rendido por el esfuerzo físico del día. Pero mis ojos se negaron a cerrarse. Me pase como una hora planteándome preguntas como, si estaba preparado para su posible muerte, o para su inminente romance según aseguraba Caesar. Eran demasiadas dudas, aunque el cansancio ganó.

La semana pasó extrañamente rápida. Todos los días veía el resumen de los juegos al llegar, pero solo me fijaba en cómo le iba a Katniss. Parecía que se las arreglaba de maravilla.

Los dos primeros días se los pasó buscando agua y temí por que muriese por algo tan trivial como la deshidratación, pero gracias a Dios encontró un arroyo. Por la noche se subía a un árbol a dormir, de día ponía trampas, y pescaba algo y antes del anochecer encendía una hoguera para cocinar. Luego sepultaba las cenizas y buscaba un nuevo árbol, para no dejar el más mínimo rastro. Así todos los días. Era una chica inteligente.

Cuando pasaban algunos días en los juegos sin ninguna muerte, los vigilantes solían poner “trampas” para juntar más a los tributos y que se maten entre ellos, y la de hoy, iba para ella.

Estaba en lo alto de un árbol recostada cuando de repente aparece una pared de fuego, imposible de traspasar, frente a ella. Bajó del árbol a toda prisa y corrió todo lo que pudo pero empezaron a lanzar bolas de fuego, rozándole una en la pantorrilla. Me dolía a mí de solo verla en esa situación. Parece ser que los vigilantes consiguieron lo que querían y el fuego se extinguió sin más. Cuando se aseguró de que no había nadie a su alrededor, se metió en el arroyo para refrescarse la pierna malherida.

Me pareció que se sobresaltaba y vi que unos chicos, seguramente los profesionales, empezaban a correr hacia ella. Cuando se acercaron más, pude ver que Peeta estaba entre ellos. Sabía que no debía confiar en él, que era un farsante y que todo había sido un cuento para ganarse su confianza, ¡Lo sabía! Se quedó algo paralizada, posiblemente al ver que el chico que se le había declarado hace unos días iba corriendo hacia ella para matarla. Sin pensárselo dos veces, corrió hasta el árbol más cercano y subió lo más alto que pudo. Puesto que ellos no podían subir hasta ahí, decidieron quedarse abajo a dormir. Ya decía yo que le estaba yendo demasiado bien estos días atrás.

***

A la mañana siguiente no tenía que ir a la mina ya que era domingo, mi único día libre. Me desperté temprano para ir a cazar y despejarme un poco de todo lo sucedido esta semana, desde los juegos, hasta mi semana en la mina. El dolor de espalda se había calmado un poco pero no tardaría en reaparecer. Puse unas trampas y cacé todo lo que pude. No había cosa que me relajase más en el mundo, por raro que suene. Alrededor de dos horas después, recogí todo lo de las trampas, consiguiendo un buen botín, ya que era verano y todos los animales se estaban reproduciendo.

Al volver a casa, me quede viendo el reportaje, que acababa de empezar. Se podría decir que en las semanas de los juegos no echaban otra cosa en la televisión, cosa que me resbalaba, ya que no tenía tiempo para malgastar en algo tan absurdo como la programación del capitolio. Katniss era casi la única cosa de la que hablaban, mientras ponían un plano de ella en estos momentos. Estaba despierta, pendiente de algo del árbol de enfrente. La niña del 11, Rue creo que se llamaba, estaba subida al árbol de al lado y le avisó con gestos para que mirase arriba. Justo encima de ella había un nido de rastrevíspulas, unas abejas letales creadas por el capitolio, que si no te matan, te dejan con horribles alucinaciones durante horas. Estarían algo atontadas por el humo, y por eso no le habrían molestado en toda la noche. Me vino una idea, que deduje que ella también tuvo. Subió hasta donde estaba el nido y empezó a cortar la rama frenéticamente. ¿Y si el nido se quedaban enganchado y las abejas salían a por ella? ¿Y si salían sin siquiera cortar la rama? Me puse nervioso, y a ella se le notaba el terror en la cara. La rama se cortó casi como por arte de magia, y cayó encima de los chicos. Empezaron todos a correr y a hincharse por las picaduras, era gracioso, había que admitirlo. Vi que a ella también le habían picado algunas, y cómo se tambaleaba cuando bajó del árbol. Quitaron el plano, de Katniss y pusieron el de otros tributos que estaban peleándose con cuchillos. Bueno, ya tenían de lo que hablar durante todo el día.

Gale HawthorneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora