CAPÍTULO 4

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Lo que noté de ti fue que eras un perrito muy consciente de las acciones que realizabas. Por ejemplo: Cuando me veías triste o llorando, siempre te acercabas a mí y me lamías la cara. Ese acto es como si me estuvieras dando besos; yo te lo enseñé de pequeño, pero nunca te enseñé en que situaciones deberías de hacerlo, usualmente lo hacías cuando te decía que lo hagas, pero en estas ocasiones lo hacías por voluntad propia. Y ese acto es el que más amo, porque así me doy cuenta que eres un ser lleno de amor y que lo quieres demostrar con en cualquier acto.

Lo que también me encanta de ti es que siempre estás atento cuando alguien llega a casa, y te acercas súper feliz a recibirlo o recibirla, siempre moviendo tu cola de un lado para el otro. Pero cuando alguien sale de casa, tú empiezas a aullar y te pones triste o a veces estás ansioso y te quedas junto a la puerta a esperar a su llegada. Es por eso que cuando te veo triste te abrazo, para que así te animes.

Pero lo que aún no descubro es qué le sigues teniendo miedo. Es muy raro, pero le temes a algo o alguien. He realizado muchas suposiciones en mi mente acerca de tu miedo, pero no sé si alguna de ellas es la correcta. Ese miedo te persigue hasta en tus sueños, convirtiéndolas en pesadillas, las cuales debemos espantar llamándote por tu nombre o acariciándote para que se te pase.

Una de estas suposiciones que hice fue que quizás tus anteriores dueños te maltrataban y les temías, quizás esa sea la más acertada de todas. O quizás los que te maltrataban, no necesariamente tenían que ser tus dueños, sino también podría ser los demás cachorros que vivían junto a ti. Y quizás por ello, tu actitud al inicio era sumisa, eras tímido, ya que te hacían a un lado o si querías hacer algo, ellos podrían lastimarte.  

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⏰ Last updated: Feb 25, 2019 ⏰

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El día en que te conocí...Where stories live. Discover now