2. "Adios Santuario"

140 15 1
                                    

Manigoldo estaba mas que listo para partir al pueblo de rodorio el cúal no quedaba ni tan lejos no tan cerca del santuario. Supuestamente, ahí se había avistado con mas frecuencia al semidiós. Vistiendo de manera elegante, un saco de un hermoso zafiro para conjugar con tan hermoso color un pantalón oscuro no tanto, pero si lo posible para perderte en aquella fúnebre oscuridad.

Su cabello bien peinado, unas botas que le llegaban casi a la rodilla y en su espalda descansaba la Cloth de cáncer, en su mano derecha llevaba un portafolio donde había cierta información del dios, papel y pluma para anotar cualquier cambio u experiencia que pudiera vivir. Bajo por las tres casas despidiéndose de algunos de sus amigos y compañeros. A la entrada del santuario le esperaba una carroza, no tan elegante pero favorable para llegar hasta el pueblo.

Sin poner pero alguno subió a esta, el conductor hizo relinchar a los corceles que tiraban de la carroza quienes no tardaron en comenzar a caminar, el viaje no fue tan rápido llevo mas de 2 horas llegar a dicho pueblo. Al cumplir con esto, Manigoldo agradeció al chofer para luego buscar el supuesto lugar donde se alojaría.

Dio con la dirección exacta, un hotel no de lujo, puertas y ventanas en pésimo estado. La madera toda carcomida, se podían apreciar como ratas iban y venían de aquel lugar. Pero sin embargo el santo no remilgo sobre esto, no era competencia a muchos otros lugares que había visitado. Sin mas que decir entró y diviso a la secretaria; una anciana de no más de 60 años. Quien al verlo le sonrió.

— ¿En que puedo ayudarte mi niño?

Le hablo con voz dulce a lo cual Manigoldo suspiro, odiaba ser llamado así, y mas por alguien a quien no conocía ni en sueños.

— Soy Manigoldo y supuestamente este es el lugar donde me hospedare.

Hablo con tono firme reafirmando su autoridad ahí, la viejita abrió los párpados como si hubiera visto a un fantasma esto extraño al santo de cáncer quien iba a preguntar el porque de tan inusual gesto pero las palabras de la aludida le impidieron hacerlo.

— Oh Manigoldo! Perdone mi falta de respeto al llamarle niño... Y claro, acompañeme le diré donde es su habitación.

Sin mas que decir se incorporo de su asiento para comenzar a caminar dirigiendo al peliazul a una habitación "de gala" se podía decir. Era mas o menos favorable para tan egocéntrico caballero.

— Gracias.

Fue el agradecimiento corto y entrecortante que dio Manigoldo debía poner lo mas rápido posible la investigación del Santuario, al quedarse completamente solo saco los papeles del portafolio y comenzó a estudiar, los movimientos que ejecutaba el dios según algunos habitantes del pueblo, tenia entendido que le gustaba merodear por casas abandonadas o no tan habitadas, por calles no tan transitadas donde casi nadie pudiera verlo. Sin embargo ese día seria la excepción.

— Youma... Youma...

Ese nombre resonaba una y otra vez en su cabeza, las horas trascurrieron muy rápido para el Saint pues toda la tarde se la había pasado estudiando e investigando sobre dicho semidiós. Partió hacia una de las calles donde se conocía que Youma transitaba mucho. Espero y espero por horas, casi dando la media noche. Y ni rastro del aludido.

Manigoldo comenzaba a cansarse, pensaba que no aparecería por ningún lado hasta que escucho algo inusual. Un canto o mejor dicho una voz.

— La vida no es nada mas que una obra de teatro, manipulada por un insignificante dios, quien fuera el para tener el poder absoluto... Para que ganara el ejercito de hades.

Le pareció algo infame y mediocre aquel cantar, mas solo decidió callar y esperar alguna reacción por parte del dios. Siguió escuchando aquel cantar tanto que parecía habérselo aprendido. Puesto que lo murmuraba cada que se repetía.

— Youma de mefistoféles.

Vociferó Manigoldo saliendo de las sombras dejándose admirar por el susodicho quien no se esperaba la presencia de este. Sonrió altaneramente para acercarse a el.

— ¡Vaya vaya vaya! Una rata dorada ¿Te gusto mi cantar?

Cuestiono altaneramente a lo cual Manigoldo río. No estaba en sus planes ofender al dios, pero quería ver los gestos que haría al darle una respuesta negativa.

— No mucho que se diga, todo se fue a la mierda cuando dijiste "Hades" Ese dios inservible...

Youma hizo un gesto de molestia mas luego formulo uno de burla, no debía molestarse por cosas así, solo le daría el gusto al caballero, así que solo comenzó a acecharlo dando vueltas alrededor de el.

— ¿Pretendes molestarme ofendiendo a mi dios? Que truco tan mas basto.

Soltó una risa, en una de sus tantas vueltas decidió por fin quedarse frente al santo tomándole el mentón para reafirmar su autoridad.

— Para que lo sepas, Soy Youma de mefistofeles. El único dios que existe, me importa un carajo lo que digas de hades.

Soltó el rostro del menor quien le miraba con asco ¿como osaba tocarle? y mas aun... ¿Hablar como si fuera el único dios en el mundo? Un total egocéntrico, deducio Manigoldo.

— Me importa una mierda quien seas... Pero ten por seguro que no eres el único dios, ni lo seras.

Comento retadoramente intentando provocar al espectro quien solo respondió con una carcajadas que iluso debía ser cáncer al pensar tal paranoia, sin mas dio una pequeña reverencia aun riendo.

— En fin; No tengo tiempo para esto... Me retiro.

Sin mas que decir, dio un chasquido y desapareció, Manigoldo quedo anonadado con todo esto. Pero al final decidió irse también al hotel, a anotar y petrificar su experiencia del día uno. Si tuviera que tratar nuevamente con tan infame dios, de seguro que ya lo hubiera mandado directo al Yomotsu pero decidió no darle tanta importancia a algo tan irrelevante y mejor se enfoco a dormir y descasar.

Continuara.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 02, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Bella Obra De Teatro. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora