Atrapados en el Armario → ᴊᴏʜɴᴛᴇɴ

07|Gemidos e Inexperiencia

Chittaphon se sacó la playera y después el pantalón para solo quedarse en boxer, jaló a YoungHo por el cuello y se dejó caer, quedando el castaño sobre él. Ten dobló una pierna e hizo que su rodilla pegara contra la entrepierna del más alto, el cual soltó un gemido ronco; desde que los gemidos femeninos de afuera empezaron, una erección se había formado en su pantalón que no bajó y menos con la situación en la que se encontraba ahora.

Su cuerpo empezaba a actuar de manera involuntaria, el entorno se había vuelto demasiado caliente, YoungHo observó, a través de la oscuridad a un Chittaphon semidesnudo, y dejando que las hormonas se apoderaran de él se quitó el pantalón y camisa, bajó el bóxer del pelinegro y luego el suyo.

«¿Y ahora qué?»

Sí, Seo YoungHo no tenía idea de qué hacer a continuación. Se había burlado de su enemigo-ya-no-tan-enemigo por ser un "virgen" cuando él también lo era.

Lo poco que conocía sobre el sexo, era gracias a esos videos que veía con Yuta y JaeHyun en sus supuestas pijamadas.

Con torpeza tomó el miembro viril de Chittaphon entre sus manos y lo frotó suavemente haciendo que el contrario jadeara ligeramente.

Mientras realizaba aquello hacía memoria...

Una vez, cuando iba en segundo de secundaria, vio junto a JaeHyun algo llamado "sexo anal" supuso que así debían ser las relaciones sexuales entre hombres, ya que, según lo que aprendió en clase de anatomía, Ten es hombre y los hombres no tienen vagina.

De las escasas escenas que recordó, vino a su mente esa dónde el hombre metía su miembro en la pequeña entrada de la chica.

Sin más, el castaño alzó las piernas de Ten con un solo brazo, y tentó el trasero de éste, buscando su entrada.

Cuando la encontró, con su basta inexperiencia, metió de una estocada su pene dentro del pelinegro, quien soltó un agudo gemido.

—¿Oíste eso?

Se escuchó una voz proveniente de fuera y, actuando por inercia, Johnny acercó sus labios a los de Ten, acallando sus gemidos.

Los labios del más bajo eran suaves y tenían ese característico sabor a vodka que YoungHo disfrutó sin rechistar.

Al parecer a los dos tórtolos de afuera no les importó mucho el grito, porque sin mas, continuaron en lo suyo.

Una vez Chittaphon relajó su cuerpo, Seo comenzó a moverse dentro del pequeño, aún sin despegar sus labios de éste.

«Quién lo diría, la primera vez con mi peor enemigo»