El Bello y La Bestia

Amoureuse

Frente a una fogata a mitad de la noche nevada. Se veían dos cuerpos, un Alpha y un Omega, el omega sacaba agua que había puerto a calentar en la chimenea con el cuidado de no quemarse sujetando con un trapo. Se preguntaran ¿por que no usaba a la señora Pots? Pues sinceramente yo también quisiera saber. Mezcló el agua caliente con el agua fría con algunas especies y sumergió un trapo empapándolo para luego intentar acercarlo al brazo peludo de la bestia el cual lamia su herida cual animal se tratase, y al ver las intenciones de Bell alejo su brazo soltando un gruñido esquivando el pañuelo como un niño pequeño.

- ¡No hagas eso!

Dijo Bell intentando sin éxito alguno ponerle el trapo en la herida.

-¡Vamos, Quédate quieto!

Dijo logrando posar por unos segundos aquel pedazo de tela en la herida del Alpha que gruño haciendo que tanto Lumiere como Din Don y la señora Pots retrocedieran asustados.

- ¡Eso duele!

- ¡¡Si estuvieras quieto no dolería!!

- ¡Si no hubieras escapado esto no habría pasado!

- Si no me hubieras asustado no habría escapado.

Dijo cruzándose de brazos y dejando a la bestia pensando en una excusa.

- pues no deberías haber ido al Ala Oeste

-¡¡Y tu deberías controlar tu mal genio!!

Dijo ya harto y en eso la bestia se dio cuenta de lo que hacia. Estaba limpiando su herida durante toda la discusión y él no sintió dolor.

- Gracias por salvarme...

Escucho al omega mientras su mirada se perdía y seguía limpiando su herida, el observo sus cabellos chocolates caer sobre sus hombros, sus labios delgados y rosados, su piel estaba pálida por el frio y sus ojos brillantes ante la chimenea. Hacían juego con sus largas pestañas achocolatadas, un omega que cualquiera desearía que fuera madre de sus hijos. Aunque para el era aun muy temprano para decir que el también.

- Como sea.

Ante esta respuesta él omega bufó enojado y se giro tirando el trapo al agua y tomando el libro empezando a leer aquella historia de la cual nunca se aburría.