Solo en la noche.
Con la oscuridad como único acompañante,
silencioso pero fiel,
cruel pero amable,
ocultándome de lo tortuoso del mundo,
pero apartándome de la bondad que reside en el.
De pronto, noto una presencia,
llena de bondad.
Miro hacia arriba y allí la encuentro,
La Luna, brillante, con su aura abnegada.
Noto que me sonríe,
y milagrosamente, esa soledad que residía en mi alma...
desaparece casi al instante reemplazada por una radiante calidez que envolvía mi corazón.
Alargo la mano y noto su luz añil pasando por entre mis dedos,
cogiéndome de la mano, acompañándome,
rompiendo su vigilia para hacerme sentir mejor.
Pero, al amanecer veo como mi amiga de plata desaparece
siendo sustituida por un ojo brillante y amarillo que alejaba la oscuridad.
Sin embargo, su luz, en comparación, era fría, vacía.
Atraía el ruido y el caos mundano.
Echaba de menos la silenciosa y pura esencia de mi compañera nocturna.
Lo único en lo que podía pensar era:
"Vuelve pronto mi Luna, te estaré esperando, ansiando tu compañía"