DOLORES│ ❝ una mirada entre dos personas, cada una espera que la otra comience una acción que ambos desean, pero que ninguno se atreve a iniciar. ❞
sólo me pertenece
dolores y todo lo
que concie...
A LA EDAD de tan sólo trece años, ocurrió un echo en la vida de Dolores que marco un antes y un después. Ella solía amar a su padre, creía que la salvó de algo que ella aun no podía comprender. Pero el 23 de noviembre de 2002, Pogo, Grace y Reginald entraron nerviosos al sótano. La chica no supo distinguirlo y sólo corrió a abrazarlos, hace más de una semana que no los veía.
- Ven cariño, acuestate aquí. - le dijo Grace, ella asintió y se acostó en la camilla.
- ¿Para que las sogas? - Preguntó Dolores, viendo como la amarraban a la silla.
- Es sólo precaución, señorita. - le contestó amablemente Pogo. En ese momento su padre se acercó, con una jeringa. La chica le sintió temor al ver tan grande aguja y forcejeo un poco, pero las sogas no se soltaban.
- Espero que puedas entenderme. - dijo su padre, a Dolores le extraño que no se mostrara serio como de costumbre. - No puedo dejar que crezcas y entiendas lo que hice. - acto seguido clavó la aguja en el cuerpo de la chica, Dolores pudo sentir una presión en el pecho y como todos sus huesos se contraían. Le dolió muchísimo, y terminó por desmayarse.
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omnisciente. ━━━━━━━━━━━
LUEGO DE CASI diecisiete años, y gracias a aquella inyección, Dolores sigue pareciendo una niña de trece años. Aquella sustancia química, de alguna manera, logró que su cuerpo deje de crecer y por como es educada, ella sigue comportándose y viéndose igual desde que le dieron aquella inyección.
Aunque si a madurado un poco, el único cambio relevante es que le tiene cierto resentimiento a su padre, ya que aún no comprende del todo lo que sucedió aquel día. Aunque los pocos que la conocen creen que ella sigue siendo una niña, Dolores entiende que, que si su figura no crece ni se desgata no es para nada normal. Aunque empezó a acostumbrarse a ello, hasta empezó a sentirse a gusto.
Algo que ha aprendido todos estos años es reconocer las pisadas en su techo, puede saber exactamente cuántas personas están caminando arriba suyo. Algunas puede reconocerlas, como las de Pogo o las de su madre. Pero justamente ese día, escucho unas pisadas extrañas.
- Me alegra que hayas venido. - escucho decir a una chica, lo cual le extrañó ya que no era la voz de Grace.
Poco tiempo después, y sin poder rescatar más de aquella conversación, se escucharon como los mismos pasos se alejaban.
Suspiró y volvió a acostarse, su vida era realmente aburrida y empezaba a pensar porque no podía salir de allí como los demás. Justo en el momento de empezar a plantearse cosas sobre su vida, Pogo llegó y sacó todas esas ideas de su cabeza con sólo entrar.
- Señorita Dolores, temo decirle que no traigo buenas noticias. - dijo al apenas llegar, ella lo miro atenta, esperando que prosiga. - Su padre, Sir Reginald, ha muerto.
Dolores empezó a sentirse mareada, un nudo se instaló en su garganta y no pudo hacer nada más que emitir un sollozo ahogado. Pogo lo entendió y decidió abrazarla, sin esperar a que dijera nada, entendía que con las pocas personas que conocia en su vida, que una se fuera no era para nada lindo.
- ¿C-como murió? - antes de contestar, Pogo desvió la mirada, rompió el abrazo y empezó a jugetear con sus manos, luego suspiro, lucía nervioso. Algo que le costaba mucho era mentirle a Dolores, era con la que tenía más afinidad de los ocho hermanos.
- Fue un ataque cardíaco.
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