El vigésimo séptimo día.

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El vigésimo séptimo día quise llorar. Simplemente llorar. Mi plan había fracasado. No quería continuar. No quería que descubras mi desastre. No quería tu rechazo. No quería que supieras que finalmente uno de mis tantos planes había salido mal. Desastrosa y completamente mal. Era decepcionante. Humillante. Solo quería llorar y esperar a que vuelvas para volver a ser los novios que tantos se quieren. Quería refuerzos. Te quería a vos tanto, que dolía.

Pero no pude llorar. No cuando me llamaste diciendo que volverías pronto. Que todo había ido bien y que traías regalos para toda la familia. No podía llorar si te escuchaba tan feliz. No podía estar mal si estabas bien. Porque contagias alegría. Me haces feliz. Y sé que me estoy poniendo cursi, pero los dos sabemos que siempre fuiste el fuerte en la relación. Ese día lo terminé feliz. Gracias por hablarme con tanta alegría y cariño. Me recuerdas que cada vez te quiero más.

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