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En aquel momento, lo único que podía asegurar, a ciencia cierta, era que se encontraba en alguno de los tantos sofás del club nocturno al que había acudido esa noche y que, gracias a una pulsera falsa que había conseguido por internet y plastificada como una original, había pasado sin ningún problema. 

El poco alcohol que había tomado ya le estaba haciendo efecto. Y mira que se decía una y otra vez que nada de alcohol, que no estaba acostumbrado. Que iba a ser mucho para él esa noche... pero nada. Hizo caso omiso. La estancia era un sin fin de luces de colores, de ruido que martilleaba sus oídos y de un terrible olor a alcohol y una extraña fragancia a... ¿flores?

Pero lo que estaba siendo mucho para él es que podía ser que, en ese mismo sofá, se estaba liando con alguien y su cabeza no podía ponerle rostro. Tampoco ayudaba el que la otra persona no parase de besarle y de pasar sus manos por su cuerpo por lo que mantenía continuamente los ojos cerrados.

Podría ser aquella chica que le miró mientras bailaba en el centro de la pista y le dedicó una sonrisa. De ahí podría ser ese olor a flores. La chica, desde la distancia y el bullicio de la gente en la pista, pudo notar un aspecto dulce y delicado. O podía ser aquél chico que le había mirado de pies a cabeza, dándole un sorbo a su bebida para luego, mirarle a los ojos y sonreírle. Pero no podía entender aquella fragancia a flores. Se le veía maduro, fuerte. No iba con él para nada.

Los labios de la otra persona se presionaban contra los suyos y hacía, junto a los efectos del alcohol, que todos sus sentidos se nublasen. Aquello le hacía sentir demasiado bien aunque no supiese si era el chico o la chica que había visto minutos antes. El alcohol y la oscuridad hacía incluso que no supiese dónde estaba.

Pero el punto era aquél.  ¿Por qué se tenía que ir a otra ciudad para poder besarse con quien quisiese? ¿Por qué se tenía que esconder de los demás, de su círculo de compañeros de la universidad, porque a él le gustan también los de su mismo sexo? Era algo que no entendía y que no iba a llegar a entender nunca.

La música del local cambió a otra que para su gusto, era únicamente ruido y por culpa de aquello, no escuchó lo que la otra persona le dijo.

-¿Qué?- Su voz casi inaudible se quiso hacer paso por la música para llegar a su acompañante, pero fue un fracaso.

Aquello no pareció gustarle al contrario. Se levantó del sofá y se perdió entre todos los cuerpos y luces cambiantes que estaban bailando esa noche como si no hubiese un mañana.

Y allí se quedó él. Con unas ganas enormes de que aquella persona desconocida siguiese lo que había dejado.

¿Ahora él qué hacía?

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A partir de un momento del que no se había dado cuenta, su día a día había comenzado a ser lo mismo de siempre

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A partir de un momento del que no se había dado cuenta, su día a día había comenzado a ser lo mismo de siempre. Monótono. Siempre era lo mismo. Ir a la universidad, volver a casa, hacer los deberes, ver alguna serie/película, salir con los amigos y vuelta a lo mismo. La verdad es que no hacía nada interesante que le diese color a su vida. 

Más encantado que la cenicienta - Minsung - Stray Kids [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora