empezando una vida en ladilla landia

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mejorado versión para su disfrute.

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En otras palabras, en Venezuela.

Buenas tardes, yo me llamó Roxana, pero me dicen Roxan suena más lindo y tal. Vivo, digo vivía, sola en mi departamento en las afueras de Maracaibo, pero seguía siendo de la zona, ósea, saben para los laditos donde no se va la luz, bueno por hay. Esta el centro comercial Lago Mall, y los edificios, por hay no es. Más adelanté hay un bojote de edificios, bueno, en uno vivo yo. Aún vivo hay, pero mi papa me llevó a un carajito, el hijo de uno de sus compañeros de trabajo, porque ajá, no lo podían dejar solo. Tengo 18, hoy ya salí de vacaciones en el UNIR. ¡Salí de ese infierno! Ya voy a dejar de estar pasando por el cochino centro. Soy, enana lo sé, 1,56 cm es lo que mido porqué por acá la gente no crece, voy para morena canela pasión pero por ahora soy blanquita, tengo el cabello cortó, poco muy quemado por el decolorante, sí me lo decolore y me lo pinté de naranja, arrecha yo.

Bueno les cuento el beta.

Yo, llegaba de la universidad, porque mi papi me trajo, así no gastaba plata en el metro o el carrito. En el viaje, me iba echando el beta, que los compañeros de el repartieron a TRECE  COÑO E' SU MADRE MUCHACHOS, por cuatro sectores. Ósea, mi combito, que casualidad vale, no enserio, que casualidad de pana. Bueno, como eran trece, hicieron esto, cuatro muchachos por casa, pero como yo soy "medio responsable" me dejaron a cargo del menor y del último. Chales, no mas que tengo plata, porque si no ni yo me mantengo.

Papi me dejó al muchacho, sabiendo que ya no me tenía que depositar mensuealmente los 100.000 soberanos o dolarizados (se imaginan el poco de plata en mis manos ah), si no que ahora tenía que ser semanal. Yo gastó mucho saben, y solo soy yo en mi casa, a y firulais, el gato que se llama Gato.

—Bueno, mija, te dejó, te me cuidas mínimo en dos o tres meses, vengó a buscar al niño, se me cuidan. Dios me la bendiga —me dio mi besito en la frente y se fue en el auto. Si no lo dejan.

Yo me acomode el bolso y mi pelo. Autos con ventanas abierta, mi peor enemigo. Y me fui adentro del edificio. Saben yo soy de esas que se calan las escaleras con tal de no subir por el ascensor, al menos que ande re mamada, no me subo en esa vaina. Lo malo, vivo en el séptimo pisó, pero como dijo el padre de la iglesia. Mucho es poco, por eso el bono no sirve de nada. Y es cierto, el bono de 700 no sirve de nada pana.

Ya al llegar a mi departamentico, saqué el llavero, que tiene como 28 llaves. Ok no, exagere, pero si tiene bastantes, ya se para donde me puedo ir si me atracan en la casa y se llevan la cama o el aire acondicionado. Abrí la puerta y lo primero que escuche fue, el grito más gay de Maracaibo, porque del mundo juró que no lo es. El que gritó fue un chamo como de mi edad, pero más viejo, era bonito chale, así sí fifa.

—Hola, qué hace —cerré la puerta atrás de mi y tiré el bolso en el mueble. Hay le crece de todo antes de que yo vuelva a entrar a la universo.

—Nada aquí ladillao' —respondió el niño bonito—. Antes de todo eso... ¿cuantos años tienes niña?

—Dieciocho causa —no diré que lo hice con vos de malandra. Porqué nací con ella—. ¿Y vos?

—Diecinueve, me dejaron a cargo de una menor, quejesto, Estados Unidos —me reí con ese comentario—. Aquí el Lee Chan para servirle niña.

—Que fue compa, ¿y ese nombre? —Qué nombre de asiático.

—Mire, yo vengo de China del Sur, pero me criaron desde carajito aquí —se explicó el chino.

Trece Muchachos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora