Oro en el desierto

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25 años

— ¿Qué tal si salimos este fin de semana? Solo nosotros dos. — dijo Jin, un día al regresar tarde del trabajo.

— ¿Este fin de semana? ¿Durante la noche? ¿No es mejor ir durante los feriados largos?

— Estará bien, es aquí cerca. Solo para cambiar un poco de ritmo — Sonrió.— Además quiero poder conversar contigo. — Agregó mientras se quitaba el saco y plantaba un beso en mi mejilla.

— ¿Qué sucede?

— Te lo diré para entonces

*****

El clima estaba de maravilla y la brisa fresca del mar no podía ser aún mejor. Felizmente conseguimos un lugar donde quedarnos a pesar de viajar tan de repente. Jungkook nos prestó por el fin de semana su casa en la playa, era acogedora pero la mejor parte era la vista.

— ¡Nam mira! ¡Es precioso! —decía Jin, casi gritando por la emoción, como si de un niño se tratase.

— Qué bueno que la habitación principal tiene vista al mar. — me acerqué y apreté un poco sus mejillas.

— Tenemos tiempo hasta la cena ¿Qué quieres hacer? —estaba impaciente. Tan adorable. — ¡Vamos a la playa!

El resto de la tarde se nos pasó entre juegos y risas. Una puerta de escape del trabajo, las cuentas y la monotonía para por fin tener tiempo para nosotros mismos.

*****

— El mar durante la primavera es bastante cálido ¿verdad? — dijo Jin mientras tiraba su cabello mojado hacia atrás, descubriendo su frente.

— Sí pero aún está un poco fresco.— Le sonreí— por cierto, ¿no ibas a decirme algo?

Su sonrisa se apagó levemente y miro a un punto fijo como analizando lo que iba a decir.

— Hmm, estaba pensando... en dejar la compañía...—mis ojos se abrieron casi instantáneamente. ¿Pero qué dice?

— ¿Qué? ¿P-Porqué?— dije aún incrédulo.

— Quiero ir a la Escuela de artes, quiero aprender a escribir guiones...

— ¿¿Guiones??

— Desde que empecé a trabajar en la compañía no he hecho más que pensar en trabajo, es un círculo vicioso aterrador.—bajó un poco su cabeza y fijó su vista en el piso— Sé que es precipitado pero puedo manejarlo. Encontré algo que de verdad quiero hacer, será difícil y soy consciente de ello —levantó su mirada y me vio fijamente a los ojos— pero puedo conseguir un trabajo de medio tiempo y seguir pagando mi parte de nuestros gastos. Quería escuchar tu opinión ¿debería hacerlo?

Vi su rostro brillar de esperanza, expectante por mi respuesta y no pude hacer más que sonreír a tan tierna imagen.

— Estoy orgulloso de ti, no me preguntes por tus decisiones de esa forma, si es algo que quieres entonces hazlo sin importar qué, mientras te haga feliz a ti me hará feliz a mí también —lo atraje en un abrazo y recostó su cabeza en mi hombro— ¿Qué escribes? ¿Series? ¿Doramas?

—  A-Aún no llego tan lejos—podría jurar que estaba sonrojado.

— Siempre has sido muy bueno creando historias, incluso desde que empezamos a salir

— Ese solo era yo divirtiéndome en mi juventud —se levantó y me miró para luego sonreír calmadamente— pero aquellos días en los que los dos jugábamos fantasías siempre los tendré en mi corazón ¿Divertirnos así a través de nuestras vidas no es lo mejor?

Me acerqué a el para plantar un beso en sus labios, estaba especialmente hermoso.

— Eres demasiado inocente —despeiné su cabello— espero que en la compañía no se aprovechen de eso.

— ¡Hey! Arruinarás mi peinado, la brisa y el sol ya dañó suficiente mi cabello

— Deberíamos regresar, ya empieza a hacer frió.— me puse de pie dispuesto a sacudir la arena y a sacar un cigarillo— ¿Eh?— buscando en mis bolsillos caí en cuenta que mi encendedor de oro ya no estaba, tal vez se cayó mientras perseguía a Jin hace un rato.

— ¿Qué ocurre?—preguntó Jin desconcertado.

— Perdí mi encendedor—solté un suspiro resignado, definitivamente no iba a encontrarlo.

— ¿El de oro? ¿No lo dejaste en el cuarto?

— No, lo traje aquí —suspiré frustrado por segunda vez— Maldición, era mi favorito

— Vamos a buscarlo

— No no, vamos a cenar—intenté mostrarle una sonrisa— es imposible encontrarlo en una playa después de todo, además quiero descansar.

— Uhmm está bien— dijo Jin, yendo hacia mí no sin antes dar un último vistazo en la arena.

*****

Desperté al sentir un vacío a mi costado. Jin no estaba, me senté aún con sueño inspeccionando el lugar y cogí el móvil para ver la hora. Falta poco para que amanezca.

¿Estará en el baño?

— Jin ¿estás bien?—pregunté mientras tocaba la puerta del baño.

No hubo respuesta así que la abrí y no había nadie.

No hay forma de que se haya ido a casa ¿cierto? Sus cosas están aquí y su celular también...

—No es posible—golpeé mi frente con la palma de mi mano al suponer donde podría estar Seokjin.

Me puse la bata de pijama y salí a la playa a caminar en busca del pequeño aventurero. Tenía una fuerte sospecha de que quería ver el amanecer o solo quería caminar al borde del mar. Grande fue mi sorpresa cuando lo vi dentro de él con el agua llegándole hasta la cintura.

— ¡Jiiin!— grité para llamar su atención.

Giró sobre sí mismo con el encendedor de oro en sus manos, sonriendo como solo él sabía hacerlo en el instante en que se el alba hacía acto de presencia y el mar le otorgaba un brillo poderoso, haciéndole ver tan hermoso, tan perfecto, tan puro, tan mío.

—  Mira Nam, encontré oro en el desierto— dijo mientras se acercaba a mí casi corriendo, emocionado.

No pude contener mis lágrimas y lo abracé, como si fuese la última vez, queriendo guardar un poco de su esencia eternamente en mí.

Una sonrisa tan madura y tan brillante desde el día en que nos conocimos.

— Nam, ¿qué ocurre, cariño?

Lo sentí mío y dueño de mí, fue tan hermoso.

Y a la vez tan aterrador

Vida: Nosotros sobre la línea [Namjin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora