Chamán

106 8 4
                                    

—Es una agradable noche, ¿no lo cree? —Dijo Citlalli mirando al cielo.

—Eh, sí... —Contestó nerviosamente Yuri.

—Siéntese a mi lado, miremos juntas el cielo.

—Este, yo...

—Vamos, no sea tímida. Me puedo dar cuenta que usted tiene unos ojos especiales.

—¿Eh?

—Siéntese, por favor.

Yuri se acercó con desconfianza y se sentó en la banca de piedra, mirando a la hierba.

—Este jardín es muy bonito.

—Gracias, era de mi madre y yo me encargué de hacerlo más grande.

—Ya veo... A qué se refiere con ojos especiales. —Le invadía la curiosidad a Yuri.

—Por qué sus ojos me han dicho que vieron la luz que no pertenece a aquí. —La mujer acarició su cuello, más bien al aire alrededor de su cuello y Yuri se le quedó mirando extrañada.

—Perdón, te desperté. —Dijo la mujer  con ternura y depósito algo en sus piernas.

Yuri pensó que ya estaba cansada, a momentos le parecía ver un hilo verde brillante con destellos amarillos, se talló los ojos y miró a la mujer, quien volteó a verla.

—Al parecer usted es lo suficientemente sensible para percibir el aura de los nahuales.

—¿Nahuales?

—Es un espíritu mágico que es como el guardián de nuestra vida. Todos lo tienen pero no todos pueden verlo... o sentirlo...

—Eso no me enseñaron en la academia... —Susurró casi sin pensar.

—Muy pocas regiones del mundo saben de su existencia, son casi como el aire, escurridizos.

Las dos mujeres se quedaron en silencio, bajo el arrullo de los grillos cantándole a las estrellas. El aire empezaba a tornarse mas fresco, pues ya era la una de la mañana.

—Yuri, se ve que es alguien feliz pero parece que en este momento está triste.

—¿Eh? ¿n-no? ¿por qué lo dice? —Yuri contestó completamente nerviosa, la chamán empezaba a inquietarla.

—Sabe, yo nunca he salido del pueblo y aquí está todo lo que conozco; pero a pesar de eso, los dioses me han bendecido con un don, y ese don me dice que estás enamorada.

El rostro de Yuri se encendió completamente y sentía el cuerpo caliente. La chamán solo rio mientras seguía acariciando a su nahual.

—Perdón si fui muy brusca, pero eso es algo que salta a la vista... o por lo menos a mi me lo parece. ¿Cuántos años tiene?

—Te-tengo 16...

—Ya veo, no estaba equivocada. Yo tengo 20 años, —sonrió— pero eso no importa. 

—Usted se ve joven pero por como habla pensé que tendría unos 25 años... —Se animó a hablar Yuri.

—Bueno, además de ser una chamán, trato mucho con personas mayores. Supongo que eso ha influenciado en mi forma de expresarme. —Rio delicadamente y después miró fijamente a Yuri—. Por lo que veo usted es una jovencita talentosa. A veces es difícil transformar los sentimientos en palabras, pero cuando expresamos nuestros sentimientos nos podemos quitar un peso de encima. No tenga miedo de expresarle sus sentimientos a esa persona, Yuri Egin, porque esa persona te tendrá en mente y no te olvidará. Solo asegúrese de ablandar lo suficiente a ese corazón.

La otra mujer de ShiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora