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-¡Hay!.- Escucharon el llamado, dirigiéndose a lo que era un bebedero.

-¿Como se usa?.- Pregunto uno, mirándolo antes de comenzar a presionar.

-Sale de aquí abajo.

-Pero si con esa persona salia de aquí arriba.- Comento, comenzando a girar una ruedita al lado de esta, observando como salia un chorro de agua.- Lo logre.- Pronuncio, comenzando a beber los tres, turnándose, intentando llenar su hambre con agua, pero era lo único que podían conseguir que fuera limpio. Pocas veces conseguían que una señora les diera algo de comer.

Al menos contaban con los baños públicos, agradecían que eso no costara dinero. Sin embargo. Habían pasado muchos días en ese parque, en cualquier momento los sacarían como las otras dos anteriores veces. Necesitaban buscar un lugar donde pasar la noche para que no les volvieran a prohibir la entrada.

-¿Listos? Tenemos que seguir.

-Si.- Le contestaron, dirigiéndose a la salida del parque, comenzando a buscar varios lugares. Encontrando algunos perros, pero esta vez estos no los seguían demasiado. Sin embargo, la tarde estaba por caer, y sus estómagos seguían al tope de pedir comida. Pasando por callejón entre callejón. Pasando de largo las que tenían demasiadas personas de forma rápida. Y las de una o con animales, con cuidado.

-¡Este!.- Grito uno, llamando la atención de los otros dos. Siguiéndolo observando un callejón solitario.

-Se ve bien.

-Odio sus sentidos del gusto. Pero no hay de otra, bien, comencemos a hacer nuestro hogar aquí. Aunque apesta a....

-Niños.- Escucharon la voz ronca de un hombre, observando como salía de entre las bolsas de basura, todo despeinado y sudoroso. Además de un incremento de un olor a nuez. Asfixiándolos un poco.- Justamente necesitó de alguien para el celo.

-¿Celo?

-M- mejor corramos.- Les susurro, sujetando sus manos, saliendo corriendo para que estos los siguieran, siendo detenidos por el mismo hombre que tomo al chico del pelo azul, sujetando su cuello mientras lo colocaba abajo de el.

-Tranquilo, solo me voy a divertir contigo.

-¡Kaito! ¡Sai! ¡Ayudenme!

-¡No te muevas tanto!.- Le reprochó el hombre, abofeteando su rostro haciéndolo callar por unos segundos.- Vaya, aun no tienes tu primer celo, eso lo hace mas interesante.

-Su- Suelt- sueltame..... P- por favor..... Sai, Kaito. Ayuden me.

-S- suelta lo.- Logro pronunciar uno, la presencia de un alfa y la voz amenazadora crea un gran temblor en sus cuerpos al ser más débiles.

-Espero que disfruten ver a su amigo ser violado.

-Ayuda.... ¡Por favor, alguien que me ayude! ¡Kaito! ¡Sai! ¡Por favor!

-Si te mueves menos será mas fácil.- Le dijo, subiendo sus piernas para comenzar a bajar su pequeño y sucio pantalón, comenzando a tocarlo.

-¡Kaito!.- Le grito, comenzando a lloriquear, escuchando el sonido de un vidrio romperse, seguido de algo tibio caer en su rostro.

-¡Maldito mocoso!.

-¡Seiya!.- Le llamo, jalando de sus brazos para sacarlo debajo del hombre, este subiéndose sus pantalones antes de seguir a los dos hermanos. Corriendo lejos, escuchando el sonido de pisadas fuertes y rápidas.

-¡Vuelvan aquí!

-¡Ayuda, es un alfa en celo!.- Grito, esperando que alguna persona cerca les ayudará, sin escuchar ninguna respuesta. Volviendo a repetir la misma frase.

Saliendo de la zona de callejones, topando con una chica pelirroja,

-¡Diablos, mi helado de frambuesa!.- Maldijo, mirando a los chicos.

-P- perdón.- Dijeron los tres. Sintiendo un jalón de uno de los chicos.

-¡Sai!

-Ah, una niña. Mejor.- Pronuncio, mirando a esta, soltando al chico quien se alejo para ir con los otros dos.

-¿Que veo? Un rival. Anda le, entra le. ¡¡¡Haiiiiiiiiiiiiiiiii..... Yaaaaa!!!.- Grito, mirando al hombre enfrente de el antes de ponerse en modo combate, sacando enseguida una pistola, presionándola lanzando dos hilos hasta el hombre, comenzando este a moverse de manera loca como si tuviera muchos calambres en todo el cuerpo. Retorciéndose un poco antes de que estos se detuvieran y los hilos junto con las pequeñas pinzas fueran con la pistola.- Jeje jeje, que buena soy.- Comento para si misma. Mirando a los otros tres chicos, mirando como estos corrían lejos de ella.- Un gracias es suficiente.- Bufo, inflando sus mofletes antes de que su abuelo llegara con ella.

-Te dije que no te alejaras mucho.

-Lo se, lo se. Pero vi a esos chicos siendo atacados por este alfa.- Dijo en su defensa, señalando al hombre abajo de ellos, su abuelo observándolo antes de suspirar.

-Llamare a la policía, tu mientras electrocutarlo un poco más, por el olor esta en celo.

-Y huele a nuez podrida.- Comentó. Haciendo caso a lo que su abuelo paterno le decía, este estaba un poco más que sus abuelos maternos, y sus tíos, así que le gustaba que este fuera por ella, aun si sus padres seguían enojados con él. No los culpaba, pero pensaba que su abuelo necesitaba otra oportunidad.

Mientras los otros niños habían corrido, quedándose cansados y exhaustos, habían sido salvados por aquella niña pequeña, y la verdad pensaban darle las gracías cuando apareció un hombre detrás de ella. Temiéndole antes de salir corriendo.

Solo escucharon apenas el bufido y enfado de la chica, terminando lejos de ellos, mirando a todos lados.

-¿Y ahora?.

-¿Volvemos?.

-¿Estas loco? Estuve a punto de ser violado. No puedo regresar a ese lugar ni siquiera sabemos si el otro sujeto también estaba en celo.

-Pero la niña-.

-Si tiene esa cosa es por algo, me preocupó más por nosotros que por ella. Que estamos indefensos y sin ninguna arma.- Se quejó, además de que su voz seguía algo temblorosa. Suspiraron, sus estómagos volviendo a gruñir cuando un olor rico apareció cerca de donde estaban. Observando un puesto de comida que abría una caja de metal, saliendo una especie de humo caliente y como preparaba algo y se los daba a unas personas.

-Hermano, eso se ve rico, ¿podemos comerlo?.

-Hay que pagar por el, Sai. No tenemos dinero.- Le recordó, su boca se hacia agua y su estomago exigía con más fuerza alimento antes de abrazarse sus estómagos.

-Sera mejor irnos antes de empeorar el hambre....- Les recomendó, saliendo los tres de ahí y alejándose de cualquier puesto.

Pero estaban en Tokyo, la gran variedad de puestos era inmensa y dolorosa para sus estómagos vacíos desde su ultima comida. Debían encontrar a una persona que les diera algo de comida pronto antes de sentir los síntomas de sus jugos gástricos.

Por suerte encontraron a un amable chico que al parecer estaba lleno y les ofrecía su comida, aunque era mentira, apenas si le había dado una mordida. Agradecían demasiado aquello.

(3ra Temporada) Omegaverse Asakar (AU) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora