Capítulo seis

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La tierra poco a poco comenzaba a evolucionar por su cuenta. Las civilizaciones creaban tecnología para hacer su vida más fácil. Dejaban el frío atrás para darle la bienvenida a l primavera

La diosa de los cerezos Sakura Haruno se encargaba de los cerezos en la tierra. Con cabello rosa, ojos verdes, y una actitud encantadora, realizaba sus labores.

Junto con Kiba Inuzuka, Ino Yamanaka y otros más, le daban la bienvenida a la estación.

Sakura se encargaba de los últimos cerezos cuando sintió una mirada en su espalda. Cuando descubrió quien era, su sorpresa fue muy grande.

Sasuke Uchiha caminó hacia ella de una manera elegante, todo él era clase.

— Sasuke ¿Qué haces aquí?

— Vaya, también me alegro de verte.

— Escucha Sasuke, estoy algo ocupada, si me disculpas.

La chica caminó de largo hasta de nuevo encontrarse con el Uchiha.

— Perdona que sea persistente. Solo que necesito aclarar unas cosas y creo que tú me puedes ayudar.

La pelirosa suspiró y pensó en como librarse de él.

— Vaya ... se siente raro estar en la tierra ¿seguras que no pasa nada?

— Vamooos Hinata - gritó Sakura corriendo dejando atrás a la ojos de perla. — Necesitas descansar de tanto trabajo.

— Si Hinata. — habló Ino acompañando a la azabache — disfrutar de todo lo que hemos creado no destruirá a nadie. Siempre estas arriba tú sola, necesitas compañía.

No siempre estaba sola, pensó. En las noches antes de dormir veía unos ojos azules y cabellos dorados a su lado.

Las chicas corrían y reían en el campo. Un lugar donde casi ningún mortal recurría. Sus lugares eran casi siempre en algún río o donde pudieran casar animales.

Entre tanto juego y diversión vieron llegar a Temari y Tenten después de un rato. Las chicas acababan de realizar unos trabajos y se encontraron con las demás.

— Y bieeen Hinata. — Todas las chicas se reunierón en un círculo cuando se cansaron de bailar y jugar. Sakura quería saber lo que Hinata iba a contarle tiempo atrás. Ahora ya no había distracciones.

— ¿Qué pasa?

— ¿cómo que qué? Dinos chica. ¿Qué ibas a contarnos?

Todas se reunieron alrededor de Hinata y escuchaban con atención cada detalle que ella decía. Asombro y emoción por parte de ellas, pues no podían creerlo.

— ¿Enserio te dijo todo eso? - preguntó Sakura con emoción de niña pequeña.

Hinata asintió sonrojada.

— Hinataaa ... felicidades. Atrapáste al pez gordo - Ino le guiñó el ojo en modo apoyo.

Todas cuchicheaban al respecto. Era uno de los cotilleos mejor contados, y lo mejor de todo era que su mejor amiga era feliz. La solitaria de la luna. La única diosa que no podía convivir con los demás a excepción de ciertos días. Siempre triste y anhelando compañía.

A pesar de eso las demás diosas la querían como una hermana.

— solo prometan que no dirán nada — suplicó la ojiperla.

— Nuestras bocas están selladas — dijo la diosa del viento— no diremos nada.

Naruto llegó a su hogar casi corriendo. Necesitaba un lugar donde esconderse, pues sentía que acababa de cometer un crimen.

Había sido muy tentador, deseaba besarle y mucho más. Pero al ver como le rechazaba hizo que su pecho se comprimiera de una manera dolorosa.

No entendía el rubio lo que pasaba. No entendía por que la ojiperla actuaba de una manera tan distante ¿Qué acaso era una persona tan mala?

Tal vez por ser polos opuestos. Naruto inmediatamente desecho la idea. Eso no tenía nada que ver. Solo suspiró y deseo sacarse a Hinata de su cabeza.


El sol y la luna |NaruHina|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora