Capítulo tres

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— Huir, ¿Es enserio Hinata?

Hinata llegó a su palacio lo más rápido que pudo. Aun podía sentir su corazón acelerado y esa adrenalina correr su cuerpo. Cuando llegó, Hanabi la recibió.

Ella era un hermoso lucero, con hermosos ojos plata y cabello castaño. Por ser de la misma procedencia que ella tenían muchas similitudes. Pero nada comparado con la misma luna.

La amistad entre ellas se había convertido en una hermandad al pasar los años, y todo lo importante solo quedaba entre ellas.

— Oh Hinata. Esta pudo haber sido la oportunidad de decirle.

— No pude. Solo lo ví y quise llorar. No podía acercarme.

— Te hubieras despedido de él al menos.

— No podía Hanabi, todos estaban ahí, ni siquiera recuerdo con quien hablé.

— Incluso si Hiruzen o alguien más nos veía ...

— lo sé.

Ambas chicas suspiraron. El enorme dilema que ambas enfrentaban era difícil. Luego de eso Hanabi trató de poner de buen humor para olvidar lo que su hermana pasaba, contándole lo que pasó en su ausencia. Tambíen sobre sus pequeñas aventuras en la tierra, ya que su presencia en ella no afectaba tanto como la de su hermana. Hanabi podía ir y venir a su merced.

Antes de marcharse el lucero le deseo un feliz cumpleaños y se fue, para cumplir sus tareas asignadas.

Después de pasar la tarde en compañía, sentía una profunda tristeza.

Se dirigió a su habitación luego de un rato, pidiendo que no fuese molestada. El lugar donde dormía era enorme. Con una gran vista a la tierra. Sus paredes de plata que combinaba con el negro y morado del lugar. Al ser demasiado grande, muchos sirvientes no conocían el lugar como ella, ni siquiera ellos conocían los pasadizos secretos, que se usaban en caso de emergencia para la seguridad de la reina.

Hinata entró a uno donde la dirijo a una habitación llena de girasoles. Esas flores eran lo único que no contrastaba con la decoración fúnebre del lugar.

Al tener contacto con ellas; estas prendían de una forma asombrosa, habían sido creadas para ella. Era la posesión más preciada de Hinata.

Cogió una entre sus manos y la estrechó contra su pecho. Pensaba, que éste había sido el peor cumpleaños de todos.

El sol y la luna |NaruHina|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora