Capítulo 7
Narrador omnisciente
Kira: ¡AMOOOOR!- grita llenando la cocina con su voz, destellante de felicidad y emoción, como una niña pequeña en una juguetería.
Tomó un mechón de su cabello castaño entre sus dedos y comenzó a juguetear con él mientras parecía escuchar lo que le decían del otro lado de la línea.
Kira: ¿Cómo haces para quemar unos bóxer en el baño?- pregunto incrédula y luego soltó una risita mientras todos la miraban con rostros llenos de confusión y curiosidad por saber de lo que hablaban - Tu eres idiota, realmente idiota... Uh, sí… Sí, sí, te amo de esa manera ¿Contento? Me la estoy pasando genial, no sabes, me divierto, uff, a montones… ¿Yo? ¿Siendo sarcástica? Eso es imposible, yo no soy para nada sarcástica… Cállate… Bueno, te dejo, trata de mantenerte vivo hasta que yo vuelva y no quemes el baño, o al menos no quemes la casa de tu madre que es muy linda, con lo idiota que eres estoy segura de que te va a costar hacer lo que te digo… No soy mala… ¡La puta de Florencia se merecía tener la nariz rota y tú lo sabes muy bien!… Ok, ok, te quiero, bye.
Guardo su celular de nuevo en su lugar y levanto la mirada hacia arriba para encontrarse con seis pares de ojos puestos en ella con diferentes tipos de miradas en cada uno de ellos:
Diversión.
Curiosidad.
Burla.
Enojo.
Celos.
Disgusto.
Paúl: ¿Con quién hablabas?- su mirada no transmitía nada bueno y es que su humor tampoco estaba en su mejor estado.
Kira: ¿Qué te hace creer que te lo diré?- su pregunta llena de burla y frialdad provoco escalofrió en los cinco chicos allí parados que se sintieron incómodos al saber que estaban en el medio de una posible discusión.
Paúl: Estoy a cargo de ti, lo quieras o no, lo soy, y tengo que saberlo.- hablaba con un tono relajado, sin nada de nervios y lleno de seguridad.
Kira: Me importa muy poco, no te diría nada aun que así fueras la mismísima Lady Gaga en persona.- la chica estaba sintiendo una molestia en su interior, pero la controlaba, no era el momento.
Paúl: Me lo merezco ¿No crees que me merezco saberlo?- cuestiono con la voz cargada de enojo.
Kira: No, realmente no creo que te lo merezcas.- lo dijo con un tono tan sincero, tan lleno de convicción y a la misma vez relleno de frialdad, que incluso hizo dudar al mismísimo Paúl.
Paúl: ¿Era tu novio?
Sentía enojo. Imaginarse a su hija con novio le provocaba una ira indescriptible, sentía deseos de atravesar el teléfono y golpear a cualquiera que se atreviera a incluso tocar a su niña, porque ella era una niña y no permitiría que nadie le tocara ni un solo pelo, de eso estaba más que seguro que ningún idiota le haría ni el más mínimo daño. Si era necesario tomaría un avión para golpear a ese tipo con el que ella hablaba y necesitaba algo con lo cual descargar su furia.
En eso, él y uno de los chicos se identificaban en esos momentos, estaba deseando golpear a ese tipo que ni siquiera conocían por la sola razón de que Kira lo había llamado “Amor”
Kira: No te incumbe si lo era o no, no tienes por qué saberlo, si yo tengo novio es mi problema.- sus dientes estaban apretados, conteniéndose de soltar algo no debido, aunque no sabía porque se contenía.
Paúl: Soy tu padre, no importa si tu no lo quieres.- respiro hondo mirándola a los ojos para saber si había conseguido quizás ablandar su corazón, pero ni siquiera había un atisbo de cariño en la mirada que ella le daba. Estaba tan dura y fría que pensó estar viendo a un trozo de hielo con figura de mujer frente a él y no a su propia hija, la que llevaba su sangre y genes, la que debía de quererlo por lo menos lo suficiente para ser sincera con él. -¿Eres virgen?- se arrepintió al terminar de formular esa pregunta cuando vio como el rostro de Kira se desencajaba y apretaba con fuerza los puños a su lado.
El ambiente se había vuelto tenso en cuestión de solo segundos y todos se encontraban realmente incómodos. Aunque a uno de ellos le interesaba saber la respuesta de la chica, no sabía porque razón, pero quería saber esa información y en su cabeza rogaba que la respuesta fuera un no. Los otros cuatro solo deseaban que la tierra se abriera y se los llevara cuanto antes, porque, parecía que la guerra se estaba desatando, y no querían estar presentes cuando todo comenzara.
Muy tarde.
Kira: ¿Padre?- siseo con incredulidad poniéndose rígida en su lugar- ¿Todavía tienes el descaro de hacerte llamar mi padre, bastardo de mierda?
Paúl: Kira…
Kira: Kira ni una mierda.- lo corto con sus ojos destellando furia- No puedes…No puedes ser tan hipócrita de hacerte llamar padre porque no lo eres, no, no lo eres. Un padre es quien te enseño a andar en bicicleta, quien te dio ese primer empujón y te dijo que nada malo pasaría. Ese al cual le prometiste no tener novio hasta los 90 y que nunca lo dejarías por nada del mundo. Un padre es al cual le dijiste a los demás “Ese es mi papa, yo lo quiero”…
Paúl: Hija…- intento hablar, viéndola en ese momento se dio cuenta de lo idiota que había sido y que era.
Kira: No, no me llames así, yo no soy tu hija.- sus palabras contenían tanto odio, asco, desprecio que parecía casi imposible que fuera verdad, pero allí estaba ella, diciéndolas, hablando con tanto odio contenido que apenas era una cuarta parte de lo que sentía, pero no se liberaría, no bajaría las barreras que tanto le había costado construir.- No te atrevas a llamarme de esa forma porque no tienes el derecho ¿Dónde estuviste cuando más te necesite? ¿Cuándo necesite que me dijeras que nada malo pasaría? ¿Cuándo me sentía sola? ¿Dónde mierda estuviste cuando mama lloro? ¿Dónde? ¡Dime donde!
Paúl permanecía callado, mirando el suelo, sintiéndose como si fuera un niño al cual regañan por haber entrado con los zapatos llenos de barro y manchar la alfombra. Se sentía demasiado minúsculo y la culpa se estaba apoderando de él. Como si fuera una hormiga y la culpa una bota que quería pisarlo con fuerza hasta hacerlo caer en el fondo de un pozo sin fondo.
Paúl: Yo…
Kira: Cállate.- levanto una mano en el aire deteniéndolo ya con algo de cansancio.- Solo, no digas nada más, no quiero saber lo que piensas, no quiero tener nada que ver contigo, llévame a casa y procura no hablarme ¿Sí?
Sin decir nada más, hizo como en el aeropuerto y comenzó a caminar hacía la salida para que luego todos escucharan un fuerte portazo avisándoles de que ella ya no estaba en la casa.