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—Lo que pasa es que... —Jaehyun dio una profunda respiración y levantó la cabeza para mirar al mayor a los ojos—. Me das miedo, Yuta hyung.

Perfecto, sin dudas esa era la mejor forma de comenzar una disculpa. Siendo innecesariamente honesto y confesando que le temía. Porque sí, así era como todas las personas pedían perdón, ¿no? Siendo honestos y arruinándolo todo desde el principio. 

Yuta bufó y meneó la cabeza, obviamente molesto. Jaehyun lo había arrastrado hasta afuera antes de que pudiera ingresar a la misa junto con las demás personas, después de haber pasado demasiado tiempo sin hablarse. Imaginó que se disculparía, pero por lo que acababa de escuchar, acababa de ofenderlo otra vez y ahora era completamente consciente ello. ¿Se supone que Jaehyun jugaba ahora con él?

—Sí, Jaehyun. Ya entendí. Te doy miedo y asco, te parezco un enfermo y me quieres lejos. No necesitabas traerme aquí solo para repetírmelo. No me interesaba... escucharlo otra vez.

Jaehyun apretó los labios y se contuvo de darse un golpe por ser tan idiota y no explicarse bien desde el inicio. Juraba haber visto un deje de tristeza en los ojos del chico y su voz no sonaba tan confiaba y altanera como siempre. ¿Él había provocado eso? Esperaba que no, ya se sentía lo suficientemente mal consigo mismo como para ahora descubrir que seguía haciéndole daño a Yuta. De verdad deseaba que el mayor estuviese decaído por otra cosa que no fueran sus acciones y palabras. 

—¡No, no! —exclamó nervioso—. Por favor, escúchame un momento y no me interrumpas, ¿está bien, Yuta hyung?

El contrario suspiró, sin embargo, también asintió y se cruzó de brazos dispuesto a escuchar las explicaciones que el menor le estaba ofreciendo.

—Me das miedo, hyung, pero no por lo que tu crees. Es mucho más que eso. Me asustas porque siento que debido a ti he comenzado a experimentar cosas que nunca pasaron por mi cabeza y... me gusta. Tengo miedo de que me guste que me toques incluso si estamos en plena misa o si corremos el riesgo de ser vistos. Pero es porque ya no me importa si nos descubren o si alguien llega a enterarse, porque confío en ti y sé que nada puede salir mal. —Jaehyun lo miró a los ojos, intentando mantenerse firme pero luciendo algo perdido—. Así que no te alejes de mí, Yuta hyung. No quiero eso. ¿Podrías perdonarme? Ya sabes, darme otra oportunidad.

A veces Yuta no entendía como detrás de un cuerpo tan atractivo y fuerte, una voz profunda y hermosa y una mirada penetrante e intensa como la de Jaehyun, podía encontrarse un chico tan adorable y suave. ¿Podría llamarle a eso dualidad? 

Estaba seguro de que cuando las personas conocían al menor no tardaban en juzgarlo mal, sin embargo, era una dulzura y ni siquiera alguien tan orgulloso como él lo era podría pasar tanto tiempo molesto con Jaehyun, incluso si se lo merecía. La personalidad del chico simplemente no se lo permitía, contrastaban tan bien juntos que no había sido difícil sonreírle cuando finalizó su discurso y acercarse a abrazarlo como llevaba días queriendo hacer.

Jaehyun suspiró y se dejó estrechar por Yuta, aliviado por que su disculpa fuese aceptada y contento de tener al mayor de regreso consigo.

—Créeme cuando te dio que lo que menos se me antoja es alejarme de ti, Jae. También te extrañé.

—Yuta hyung, yo...

—Pero —lo interrumpió Yuta—, debes aprender a pensar antes de hablar, tonto. Tengo sentimientos también, ¿lo sabías?

El menor destensó sus hombros y soltó el aire que había retenido del susto, sonriéndole al contrario y asintiendo bobamente. 

—Lo tendré en cuenta para el futuro.

—¡Nada de eso! —dijo reprendiéndolo—. Ponlo en práctica desde ahora. 

Jaehyun asintió y se colgó del cuello del mayor para darle un rápido beso en la mejilla, pero Yuta tomó su rostro entre sus manos y le plantó un largo y amoroso beso en los labios que lo sorprendió.

—¿Qué te parece si nos fugamos y tenemos una cita?

Los ojos del menor se iluminaron y no vaciló en darle una respuesta afirmativa. Ni siquiera recordaba cuándo había tenido un cita por última vez, pues su enamoramiento por el japonés ya era algo de un largo tiempo y jamás habían salido juntos. Estaba emocionado de que Yuta, quien siempre se negaba a terminar sus calientes encuentros en un lugar apropiado, tomara la iniciativa al respecto y le ofreciera salir.

—Pero nada de cosas raras por hoy, hyung —Jaehyun lo pensó un momento y frunció el ceño—. Y no pienso dejar que lo hagamos en un baño del centro comercial. 

Yuta chasqueó la lengua, fingiendo estar indignado por ver sus planes frustrados, no obstante, en cuanto Yoonoh dio algunos pasos hacia adelante con una sonrisa victoriosa, le dio un golpe en el trasero haciéndolo sobresaltar y luego tomó su mano dejándole un pequeño beso en la mejilla.

—Bien, nada de cosas raras por hoy... ¿Cuándo dices que es la próxima misa?

Jaehyun le dio un codazo en las costillas y soltó una carcajada. Al final Yuta nunca cambiaría.



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