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El suelo del apartamento de Chan yacía lleno de sangre, esta no paraba de salir de su nariz y debido a eso de vez en cuando tenía leves mareos.

Sus piernas fallaban, debía cogerse de los muebles para no caer, su cara estaba más pálida de lo normal, cada vez perdía más fuerza.

Ahora estaba pensando en que hacer; no podía llamar a la farmacia puesto que todavía era temprano, y a esa hora no había nada abierto.

Su camiseta blanca, ahora tenía manchas de sangre. Varios papeles también estaban manchados, los cuales se había puesto en sus orificios nasales, pero no sirvió de nada.

Se intentó levantar, pero comenzó a marearse, la sangre no paraba de salir.

Como pudo, se arrastró hasta su habitación donde tenía el papel con el número. Al llegar divisó el pequeño papel, intentó alcanzarlo y lo consiguió.

Sacó su teléfono del bolsillo del pantalón, llenándolo un poco de sangre que salía de su nariz. Miró la hora: 9:34, ya no aguantaba, igualmente que la sangre ya hubiera cesado, se sentía mareado y sus parpados empezaban a pesar.

Desbloqueó el móvil y marcó el número que la farmacéutica le había dado. Presionó el botón verde y se acercó el aparato a su oreja, rezando para que contestaran.

Milagrosamente contestaron; ―¿Sí?― Preguntó una voz aguda.

―P-por favor, ayúdame.― Dijo casi llorando, la punta de su nariz estaba teñida de un leve rojo, sus ojos estaban aguados y su voz sonaba rota.

―¿Quien eres?― Preguntaron.

―Soy el chico al que le ardían los brazos ayer― Contestó, casi en un susurro.

―¡Ah sí! Dime, ¿que necesitas?― Dijo.

―¿Podrían venir hasta mi casa? Soy incapaz de moverme hacia allá.―

―Uh, supongo que si que podemos, preguntaré, igualmente dame la dirección.―

―Calle Dangsan-ro, número 5.― Contestó.

―Bien.― Dicho esto colgó.

El chico volvió a arrastrarse pasando el salón, hacia el recibidor. No sentía las piernas, parecía que se le hubieran dormido, no respondían.

Pasaron varios minutos, en los que el se dedicaba a expirar e inspirar, tratando de mantener la calma. Finalmente se escuchó el timbre, junto con unos golpeteos en la puerta principal. Él se estiró cómo pudo y abrió con dificultad.

―Ya estoy aquí, tranquilo, dime que pasa.― Dijo mientras entraba la farmacéutica junto con su sobrina detrás, siguiéndola. Al verlo en el suelo, se agachó y lo acomodó, poniendo su espalda contra la apred.

Él chico sin pronunciar nada estiró su brazo, dando acceso a la mujer para que divisara las líneas azules, que ahora decoraban su piel.― No siento las piernas, y mis párpados pesan.― Dijo frunciendo el ceño, adolorido.

― No no, no cierres los ojos, ¿sí?― Acarició su cuello, al hacerlo, esas peculiares líneas se tornaron más oscuras de lo normal y comenzaron a arder y doler excesivamente.

―Increíble.― Susurró la chica de pié, observando el brazo del afectado.

―¡Joder! Los sintomas no debían aparecer tan pronto.― Se agarró el cabello y tiró suavemente de este.

―¿Síntomas?― Preguntó Chan casi sin voz, y confundido.

La mujer buscó algo en su bolso marrón, lo sacó, eran unas pastillas similares a las que le dio el día anterior al chico.

―Tómate esto, rápido, hará que tus piernas respondan. ―Le sonrió levemente, ignorando la pregunta del chico. Niah seguía allí de pie, observando fascinada la escena del rubio.

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perd0n por esta basura jsjs.

Vxx.

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