Continuaron caminando por las frías calles de la ciudad un leve rocío decoraba el asfalto y las áreas verdes de los hogares y negocios nocturnos, había algo en Luke que hacía sentir a Adelle especial, ella solía ser la chica rara de ojeras inmensas cuyo padre había fallecido, pero el rubio se había detenido a conocerla a ver más allá de lo que aparentaba y ella agradecía eso en silencio.
Ahora se encontraban de vuelta en el parque abandonado, donde todo empezó.
"Son las cuatro y treinta y dos de la madrugada ¿te llevo a casa?" insinuó él observando la hora en su teléfono.
"No, todavía no." suspiro Adelle, aunque ambos se sentían algo cansados pero quería seguir pasando tiempo con él, luego se sentaron en el banco de metal oxidado.
"Entonces podemos esperar un poco y te invito el desayuno." exclamo Luke, ella sonrió y beso uno de sus hoyuelos como muestra de agradecimiento.
Adelle estaba junto a Luke apoyando su cabeza en su hombro, él la abrazaba mientras sus dedos jugaban con su enredado cabello y tarareaba una de sus canciones favorita, en cualquier momento ese azul oscuro que decoraba el cielo se desteñiría en tonos naranjas y rojizos para darle paso al amanecer.
Sus respiraciones se volvieron más lentas y sus parpados pesaban, Adelle y Luke se dejaron llevar por el cansancio, cerraron sus ojos y se quedaron dormidos en paz, sin ninguna pesadilla que los despertara ni ningún pensamiento que los abrumara, solo se tenían el uno al otro, en aquel parque, donde todo terminó.
FIN